Terminó el partido del Betis junto al Turia y pese al triunfo del Valencia el público de Mestalla abroncó y pidió la dimisión de su presidente, Anil Murthy, y sobre todo cargó contra el dueño, Peter Lim. Y entonces aparece una reflexión que todavía chirría en una parte de la parroquia verdiblanca: los pitos contra los que el día del Mallorca gritaron "directiva dimisión" y corearon el nombre de Lorenzo Serra Ferrer. ¡Con el Betis más cerca del descenso que de la zona europea! Pero no pasa nada...

Una vez más, ahí está el gran problema. Nunca pasa nada, y todo con una fractura social más que evidente, una planificación con carencias y el argumento de "mantener el estilo" haciendo cada vez más daño y un crecimiento invisible que conduce a que el proyecto de ABA navegue en estos momentos a la deriva. Así, por las decisiones tomadas por los principales rectores del Betis en materia deportiva, Ángel Haro y José Miguel López Catalán, éstos siguen evidenciando que no cumplen el perfil de hombres de fútbol, y tampoco hay un referente en lo deportivo. A eso hay que sumarle la falta de ADN ganador y de gen competitivo en un club como el Betis, que otro año más tendrá las vitrinas cerradas.

Y todo dentro de ese mundo virtual del Betis de los Béticos, con ese reparto accionarial fruto de aquel innombrable pacto. Se vota sí a todo en las juntas y se ataca al crítico, como ocurría antaño en los estertores del Loperismo. Las similitudes son tales que otra vez aparece el argumento del miedo al cambio para defender la gestión de la clase dirigente actual. Luego, como siempre pasa en el fútbol, la pelota lo pone todo en su sitio. Y así está el Betis actual, en un bucle fruto del conformismo y, sobre todo, de una mala gestión deportiva, con excusas constantes.

Y todavía hay quien se pregunta por qué el Betis con 50.000 socios sigue en la mediocridad. ¿Acaso no están claros los motivos? Qué lejos está ahora mismo este Betis de ABA de lo que debe ser el Betis.