Diez Negritas.

Diez Negritas. / M. G.

Andalucía vuelve a la especulación electoral después de que Mañueco haya pulsado el botón rojo al que se resiste Juanma Moreno, decidido a agotar la legislatura o al menos el periodo de sesiones. Notoriamente hay dos agendas, no ya distintas, sino contradictorias, en San Telmo y Génova. Allí se quiere un calendario orientado a la derrota de Sánchez, mientras dirimen el pulso interno con Ayuso y perseveran en la estrategia de absorción de Ciudadanos; en Andalucía, por el contrario, se rechaza la estrategia nacional y se defiende el encapsulamiento de la alianza con Juan Marín. Desde ciertas posiciones duras se defiende, después del estallido castellanoleonés tras Murcia y Madrid, trasladar la lógica de la ruptura a Andalucía. Las posiciones duras son proclives a la miopía.

Ciudadanos, como admite Arrimadas, cometió un error que muchos vieron –o vimos, sí– ya en su día: pactar en pack Castilla y León, Madrid y Murcia, atándose al PP. Allí la derecha llevaba más de veinte e incluso de treinta años en el poder; de modo que apuntalaron ese poder deteriorado incluso a la sombra de algunos casos de corrupción, en vez de facilitar fórmulas de renovación. En Andalucía, Ciudadanos hizo lo contrario: sí fue agente del cambio, de renovación, frente al partido más longevo en el poder con muchos casos de corrupción. Y el encapsulamiento evidencia que la lealtad interna ha funcionado. No es lo mismo. Lo de Andalucía no es lo mismo.

Barómetro, alta presión

Se publica el barómetro Centra. Visión panorámica: la izquierda puede sumar 49, la derecha se puede ir a 64. Esas son las horquillas máximas, y no todo será horquilla máxima. En la mínima, derecha 60, izquierda 45. Eso descarta, al menos ahora, plantearse un duelo izquierda-derecha, y enfoca la cosa a la posibilidad –o no– de que el PP sume un escaño más que la izquierda; de eso depende gobernar en solitario o gobernar con Vox. De momento la suma de PP+Ciudadanos está entre 48-51, y la izquierda en 45-49. Aunque esté algo cocinado el resultado de Ciudadanos, en riesgo de quedar en 2, ese parece un objetivo verosímil, aunque no fácil. Ciudadanos tiene valor simbólico. Vox, en todo caso, apuesta fuertemente por entrar. Preguntado Manuel Gavira por la mejor noticia que espera de 2022, confesó que es exactamente ésa: San Telmo.

Simplificación administrativa

El Gobierno, amarrándose al mástil, llevó el decreto de simplificación al Parlamento en un momento tormentoso. Después de salvar dos decretos por la izquierda, ha logrado sacar por la derecha quizá el último gran proyecto normativo de la legislatura. Este balance no describe una legislatura colapsada; más bien desdibuja el fetiche retórico de la pinza. Hay margen para negociar, en la izquierda por romper la dinámica electoral, y en el caso de Vox por temor a que el tacticismo les pase factura, como sucedió con la Ley Lista. En definitiva, la simplificación administrativa, la reducción de la burocracia, es música celestial para la clientela de Vox, que no hubiera entendido su devolución a los corrales de consuno con la izquierda.

La polémica, de hecho, se ha centrado en su tramitación como decreto, no en el contenido. Hubo críticas aceradas, con Mario Jiménez on fire rescatando al viejo Mario Jiménez, al grito de "¡cacicada!"; y enfrente Elías Bendodo defendió que sí existe urgencia para ir por delante en la carrera de los fondos europeos. El Gobierno ha ganado la votación y quizá la opinión pública. Eso sí, el mensaje de Vox, después de esto, fue que una vez aprobada Lista ("la niñita de los ojos de Moreno Bonilla"), y el decreto de simplificación administrativa, "a nuestro juicio la legislatura está ya agotada". Claro que ellos ya la daban por agotada antes de la Lista y del decreto.

Generales para Vox

Vox ha defendido que Andalucía será, de nuevo, la avanzadilla de sus éxitos: confían en llegar a Moncloa después de entrar en San Telmo. Nuevos sondeos sitúan a Vox en un ascenso notable (Casado, en su duelo con Ayuso, ha retrocedido en casi todos las encuestas y podría estar transfiriendo a Vox más de quince escaños, en torno a 750.000 votos); y de celebrarse ahora las elecciones generales, estarían por delante en Andalucía. No es un fenómeno nuevo que se vote diferente en autonómicas y generales, y no sólo en Andalucía. En 2019, Sánchez ganó holgadamente aquí después de perder el poder, y Vox se situó a la par del PP, con apenas seis mil papeletas de margen. En Génova se confía en que las victorias de Castilla y León y Andalucía permitirán rectificar la tendencia, cortocircuitar a Ayuso y sembrar la victoria de Casado. Claro que los planes perfectos en política casi nunca son perfectos. Vox mantiene una estrategia disruptiva provocadora: Macarena Olona, que no se descarta en Andalucía, incendia cada semana el Congreso en las sesiones de control... donde algunos ven sketches chuscos, en Vox ven votos.

¿Frente amplio andaluz?

¿Es imaginable una reconstrucción rápida de la unidad de la izquierda en el próximo semestre para reforzar sus opciones en las urnas? Renunciar a litigar por la marca Adelante Andalucía es el gesto de Unidas Podemos para ofrecer un marco de diálogo saliendo de la espiral de confrontación; pero la expulsión arbitraria de Teresa Rodríguez y hasta diez parlamentarios ha dejado heridas muy profundas. Incluso si el pragmatismo les uniese, el riesgo de volver a las trincheras parece peligrosamente alto. Sí, es tentador ensayar aquí el Frente Amplio, importado del cono sur por Yolanda Díaz, integrando también a los errejonistas de Andaluces Levantaos; aunque también podría convertirse en un ensayo fallido de la fragilidad de ese concepto. De hecho, Yolanda Díaz sigue mostrando interés cero en Andalucía. El historial de división de la izquierda obliga a medir con pies de plomo.

Vuelve la pandemia

Después de unos meses de cierto respiro, la realidad vuelve al vocabulario desalentador de restricciones, contagios, ucis, dosis, vacunación, presión hospitalaria, desabastecimiento de test... No hay modo de salvar la Navidad en normalidad; y los cálculos de la agenda electoral estaban diseñados precisamente desde la normalidad, tras disfrutar las fiestas de primavera. Ahora la ecuación suma nuevas incógnitas.Es difícil interpretar al impacto de la fatiga pandémica, y las oportunidades para el tacticismo pandémico: Vox lleva el pasaporte a los tribunales; aparece la desobediencia civil de las mascarillas; el PSOE asume el rol de Sánchez; Unidas Podemos quiere más; Ciudadanos se desmarca para tener voz propia... y Juanma Moreno elude la melé y ofrece un perfil de gestión que hasta ahora ha sido una apuesta de éxito para los presidentes autonómicos desde la irrupción del coronavirus. Hay que incluir la incógnita pandémica en la ecuación.

A pesar de todo

A pesar de todo, es Navidad. A pesar de todo, por supuesto, a quienes son negritas y a los lectores siempre, feliz Navidad.

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