El parqué
José Ángel García
Retroceso del Íbex
Estamos asistiendo a una plaga de lesiones insólita y el problema está en que nadie da con la causa. Cruzados rotos a granel, roturas musculares preferentemente de bíceps femoral y hasta algún Aquiles destrozado, léase lo ocurrido a William Carvalho. Lo que más abunda es la rotura muscular, pero a pesar de ser la lesión más frecuente desde que el fútbol es fútbol resulta inexplicable lo que hogaño tarda en recuperarse.
El problema a desentrañar está en dar con la causa de esta plaga y la verdad es que son tantas las conjeturas que a ver cuál es la verdadera. En primer lugar está la densidad del calendario, pero esto parece intocable. El afán recaudatorio prima sobre esto y aunque los futbolistas protestan por tanto partido, lo cierto es que lo hacen con la boca chica. A ver qué futbolista renuncia a esa suculenta paga extra que es participar con la selección de su país y la prueba la tenemos a manojitos.
La camiseta del club que paga es flor fugaz, mientras que la de su selección no tiene recambio, ergo cómo se le va a decir al seleccionador de turno que lo dispense de esta convocatoria. Porque ese seleccionador que tiene a uno de sus elegidos en el dique seco, la primera noticia que recaba de su evolución es vía telefónica con el propio jugador, que ya habrá tiempo de comunicarle al club su convocatoria. Casos a granel de limón exprimido y al que paga que le vayan dando.
Tenemos ejemplos que son la excepción de la regla, como ha pasado con Lamine Yamal, un chiquillo que aún hace lo que le diga su club, ese Barça aún quejoso de lo que pasó con Gavi. Pero la causa de tantas lesiones puede también deberse a otras cuestiones. Lo último es el césped del Bernabéu y también cómo los tacos arraigan en la yerba para que la articulación gire inadecuadamente. Demasiadas causas y ninguna parece la real, pero lo cierto es que la plaga existe.
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