Alfonso Ussía en Antena 3
Las lluvias y lo lacustre
Con un mes de retraso sobre la fecha prevista, el otoño se ha presentado ataviado con sus ropajes habituales. La lluvia como principal carta credencial y como bendición caída del cielo. A hacer gárgaras las moscas que nos trae el tiempo de vendimia y que tan pesaditas se ponen cuando se alían con el calor del membrillo. Lluvia benefactora por mucho que el fantasma de la sequía haya plegado velas. Lluvia que cae mansa, sin estridencias y sin asomo alguno de escalofriantes danas, tan dañinas y que tienen su centro de operaciones junto al muy cantado Mediterráneo. Lluvia generadora de riqueza y de salud, pero que en esta Sevilla nuestra tiene un punto negativo. Es el de que convierte al primer chaparrón la ciudad en un espacio lacustre. Sin que llegue a Venecia, Ámsterdam o San Petersburgo, los charcos son tan numerosos que el tránsito se convierte en dificultoso. ¿Y por qué estas consecuencias pluviales? Pues por la proliferación de obras mal rematadas y sin el menor respeto por el sentido de la estanqueidad.
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