La distancia que hay entre la mayoría conseguida por Díaz Ayuso y la mayoría absoluta de Moreno Bonilla es la diferencia de tratamiento en los medios que reciben ambos. Mientras que la presidenta madrileña tuvo que remontar en su campaña contra una riada de descalificaciones, acusaciones y burlas, el presidente andaluz se topó con un camino llano, junto a una orquesta de fanfarrias que le conducía entre flores a la segunda planta de San Telmo. "Juanma", a punto de convertirse en una comedia romántica de Netflix, ha tenido la propaganda de cara pero no sólo en los medios locales. Canal Sur se ha limitado al mismo papel que ha tenido durante años (ahora con una mijita más de descaro), pero además en los medios de Madrid ha existido en general un tratamiento sin espinas hacia los dirigentes del bipartito. Habrá que reconocer que tiene mérito conseguir esa campaña de marketing sobre un trienio y medio de discutible resultado.

Si Bonilla hubiera tenido en los intermedios y formatos de los Ferreras la mitad de la agresividad que sufrió Ayuso se queda lejos de tocar el medio arco. Regar por Madrid, como ha hecho la dirección de Canal Sur contratando tantos contenidos fuera de Andalucía y arruinando a las productoras autóctonas, da sus frutos. Al final resulta que los de fuera siempre tienen aquí la última palabra.

Y por supuesto, ya lo dijimos, si Pablo Iglesias le hizo la campaña gratis a Ayuso, la paracaidista antipática de Olona se la hizo a Moreno Bonilla. Con creces. El PP le puede dar las gracias a Vox porque en sus ataques pedían de forma indirecta que no hubiera pacto posible.

En Andalucía no nos gusta que vengan de fuera a darnos lecciones. Que Olona se centrara en que iba a cerrar a Canal Sur, que es el refugio de nuestros mayores, es como prometer la supresión de la Semana Santa porque es un despilfarro que consentimos los andaluces o prohibir el jamón ibérico porque nos engorda. Cuanto más fanfarrona se ha puesto la nueva política más ganas ha tenido la gente de volver a casa.