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Esta noticia también parece una inocentada. Menos mal que el pacto lo han presentado un día después. Varias veces se ha publicado que el proyecto de las Atarazanas ya tenía consenso. Pero no había manera de que se cerrara. Ayer la Junta, el Ayuntamiento, la Fundación La Caixa y la asociación del patrimonio Adepa lo sellaron y explicaron. Es lógico que Miguel Ángel Vázquez, Juan Espadas, Rafael Herrador y Joaquín Egea estuvieran satisfechos. Antes, en esas circunstancias, se diría que habían fumado la pipa de la paz. Pero ya no se ve fumando pipas ni a Rajoy.

Lo más importante es que las dos Sevillas del patrimonio histórico (los conservadores y los inventores) han cerrado un acuerdo, por primera vez en los últimos tiempos, quizá porque hay mucho dinero en juego. Se ha buscado una fórmula para que Guillermo Vázquez Consuegra finalmente no proyecte lo que planteaba, pero en unas condiciones en las que su proyecto se reconduzca. El asunto degeneró en unos términos duros: o cargarse las Atarazanas por la vía de dejarlas irreconocibles, o cargarse las Atarazanas por la vía del abandono y aquí no se hace nada.

La historia es conocida. Adepa, la asociación conservacionista que preside Joaquín Egea, consiguió que un juez paralizara el proyecto inicial de Vázquez Consuegra. Después ambas partes mantuvieron una negociación, con la mediación de Eduardo Tamarit, secretario general de Cultura de la Junta de Andalucía. Susana Díaz tenía mucho interés en conseguir una solución.

El proyecto inicial de las Atarazanas, que iba a servir como sede del Caixaforum, fue evolucionando con claro riesgo de irse al garete, sin que tampoco se recuperase el antiguo astillero. Teniendo en cuenta que hay una inversión en juego, ni la Junta ni el Ayuntamiento estaban por permitir el desperdicio. De ahí que pactar el proyecto ha sido una decisión pragmática, antes que un firme convencimiento.

El centro cultural (vinculado a América) quedará cercano al Archivo de Indias, así como a la Catedral y el Alcázar. Consolidará el eje de la calle Temprado, como referente cultural, junto al Hospital de la Santa Caridad con su iglesia de San Jorge, y a la vera del Teatro de la Maestranza y la Torre del Oro. Es un lugar excepcional para el patrimonio de la humanidad.

Salvar las Atarazanas es mucho más que garantizar una inversión necesaria. Ahora hay que recuperar el tiempo perdido.

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