Calendario bien apretado y lo bueno que tiene su abundante contenido es que muy pronto te llega el bálsamo que evita la ulceración de la última herida. Y de esa manera se presentan en Nervión dos equipos que vienen con agravios muy frescos. Ejerce de anfitrión el Sevilla con el convencimiento de que no debió perder el sábado en el gran escaparate para recibir a un Levante que estuvo a punto de sufrir una goleada en su campo ante el Alavés.

Dos cuestiones que propiciará el duelo entre dos rivales deseosos de quitarse el mal sabor de una derrota injusta y, por otra parte, el de una derrota inesperada que rozó lo humillante. Por todo esto digo que es bueno que la posibilidad de revancha te la ofrezca el fútbol tan pronto. Y llega hoy con el ropaje inquietante de que todo se juega a una bala y que a una bala cualquiera puede con cualquiera, por lo que jugándose lo que se juega nos llega un partido cuajado de aristas.

Aristas por doquier como taquilla donde adquirir el billete para octavos de final de, nada más y nada menos, la Copa del Rey. Y me imagino que no será noche de rotaciones a granel, sobre todo en lo que respecta a un Sevilla que tiene en el torneo del K.O. un objetivo muy principal. Posiblemente, el Levante sí reserve algunos de sus mejores hombres para lo que verdaderamente le da de comer, que es volver a jugar el próximo curso en el Bernabéu y en el Camp Nou.

En el Sevilla puede aparecer una sombra que se interponga en su camino, la de seguir creyendo que fueron asaltados en el Bernabéu por el VAR y sus circunstancias. Hay que hacer borrón y cuenta nueva para esperar al Levante con el corazón presto y la mente convencida de que en fútbol sólo vale el presente. La historia deja bien claro que los pleitos entre sevillistas y granotas suelen decantarse favorablemente para los hoy anfitriones en este duelo a una sola bala.