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Análisis

Pilar cernuda

El punto débil de Pablo Iglesias

Pablo Iglesias.

Pablo Iglesias. / EFE

Iglesias no se resigna a ser cooperante del Gobierno de Sánchez -en el caso de que haya- y quiere ser ministro. Le va mucho en ello, no sólo alimentar su ya exagerado ego sino que si respalda a Sánchez pero se queda fuera del Ejecutivo, su carrera política quedará muy tocada. El partido se le está deshaciendo a ojos vistas, le han abandonado todos los que crearon Podemos y encima los resultados electorales no han sido los esperados. Es una de las razones por las que Sánchez no quiere ni oír hablar de hacer ministro a Iglesias, aunque habrá que ver cómo se las arregla para ser investido.

Iglesias está en una situación complicada porque le fallan personas que jamás pensó que lo hicieran, aunque a lo mejor tendría que preguntarse por sus errores para que sean tantos y tan cercanos quienes lo han dejado en la estacada. Además, con el tiempo han aparecido puntos débiles que hacen difícil su recuperación política. Por eso Sánchez insiste en la cooperación y no en la coalición.

Un punto flaco son las famosos círculos que dieron pie a que naciera Podemos, que movilizaron a millones de personas; grupos que se sentían fuertemente vinculados al equipo de Iglesias porque eran consultados y escuchados, y se les pedía opinión. Llegaron a la sede de Podemos montañas de sugerencias y propuestas, que fueron la base del programa... y que se han quedado en nada una vez que la legislatura echó a andar y Podemos tuvo que asumir que hacer política es pactar, negociar y ceder. Aquellos círculos, invadidos por el desencanto al advertir que los dirigentes asumían los modos de la "casta" a la que tanto criticaban, se quedaron en nada y ya no están en lo que diga Iglesias.

El segundo punto flaco es su mujer. Irene Montero es brillante y tiene defensores, pero la mayoría en Podemos, en privado, expresa su disconformidad con que el partido pivote en torno a lo que decide la pareja. A ello se suma el problema más serio para convertirse en ministro: Sánchez no se fía de él. No se fía nada.

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