Análisis

Fernando Faces Santelmo Business School

La recesión no acabará con la inflación

Según el FMI los indicadores de alta frecuencia detectan una creciente y abrupta desaceleración económica en todo el mundo, acompañada de una persistente inflación. Una tercera parte de los países entrarán en recesión técnica en el cuarto trimestre. El endurecimiento de las condiciones financieras por los bancos centrales, unido a la persistencia del aumento de los precios de la energía y alimentos están castigando especialmente a los países en vías de desarrollo. Sobre todo a aquellos que están más endeudados, provocando fuga de capitales y devaluación de sus monedas. La fortaleza del dólar respecto al resto de los de las monedas está provocando importación de inflación en estos países, induciendo nuevas subidas de tipos de interés de sus bancos centrales y deprimiendo el consumo, la inversión y el crecimiento. La esperanza está puesta en que el descenso en el último trimestre de la inflación en Estados Unidos provoque una pausa en la subida de tipos de interés por la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), lo cual ha dado un leve impulso a la evolución del Dow Jones y del Nasdaq. En la Unión Europea la desaceleración continúa agravándose. La mayor dependencia del gas ruso y las negativas perspectivas del fin de la de la guerra, intensifican la desaceleración económica. Se confirma el estancamiento de la UE: el PIB del tercer trimestre ha caído hasta el 0,2%.

Es altamente probable que la UE entre en recesión técnica en el último trimestre de 2022 y primer trimestre de 2023. Lo más preocupante es que la inflación de la UE ha alcanzado el 10,7% y no da señales de reducción.

El Banco Central Europeo (BCE) está dispuesto a provocar una recesión, con la subida de los tipos de interés y la retirada de liquidez, si con ello consigue dominar la inflación.

Es preocupante que la presidenta del BCE haya declarado que ve posible que la recesión no logree acabar con la inflación. La subida de los tipos de interés deprime el consumo y la inversión, provocando una recesión. Pero la presión sobre los costes del incremento de los precios de la energía, transporte, fertilizantes y alimentos continúa alimentando la inflación de oferta. Lo cual pone en evidencia la impotencia de la política monetaria para combatir una inflación de costes. No obstante, Christine Lagarde asegura que el BCE continuará fiel a su mandato, subiendo los tipos de interés el tiempo que sea necesario hasta dominar la inflación. En consecuencia, el horizonte de subida de tipos de interés continúa indeterminado en cuanto a nivel y duración.

En España la inflación general ha descendido hasta el 7,3%, de las más bajas de la UE. No obstante, la subyacente se resiste manteniéndose en el 6,2%. Es preocupante que los alimentos estén subiendo a una tasa del 15,4%. Esta vez el trasvase del incremento de costos a precios se ha hecho rápidamente. El temor a la pérdida de cuota de mercado ha sido menor. Y es que a pesar de la Ley de la Cadena Agroalimentaria, la transparencia en la formación de los precios en la cadena sigue siendo baja y el poder de determinación de precios dentro de ella muy desigual.

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