Hasta para ser influencer hay que tener un don; no el de la simpatía, ni siquiera el de la cercanía o el de la oportunidad. Sólo hay que saber cuándo parar, para no caer precisamente en la sobreexposicion o, lo que es peor, para no meter la pata.

Tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe, dice el refrán. Con tanto post uno se retrata, podría decirse ahora con las redes sociales. Como los hermanos Rivera, que han hecho estos días arder Instagram y Twitter con su visita a Barbate, saltándose confinamientos de municipios, distancias sociales, mascarillas y no sé cuantas más restricciones sanitarias porque la última estocada a Pantoja lo vale. Siempre hay ciudadanos de primera, y de segunda, y de tercera si me aprietan.

Mucho reencuentro familiar con sabor taurino pero los cuernos se los han hecho al gobierno autonómico con su escapadita que bien debería valerles una sanción ejemplarizante. Las redes, al menos, lo piden a gritos después de ver sus fotos en el coche sin mascarilla, rumbo a Barbate desde Sevilla, y abrazando a su tío Riverita sin cortarse un pelo. Fran explica que fueron a despedirse de él porque su tío está terminal. Pues más razón para ponerse la mascarilla en su presencia. Como diría Jesulín, en dos palabras: im-presionante.

No son los únicos traicionados por ellos mismos en las redes. Últimamente a Omar Montes le han pillado en una fiesta ilegal en Marbella porque los asistentes se dedicaron a colgar vídeos saltando desde el tejado a la piscina de un chalet de San Pedro Alcántara. Y al hijo de Jaime Ostos le han descubierto el pastel de su negocio redondo: dar fiestas de lujo en pleno confinamiento en el sótano de la vivienda de sus padres, con sus padres dentro y todo.

Pero no sólo debido a la pandemia se pilla a los mentirosos o tramposos. No ha sido ni una, ni dos veces, las que Paula Echevarría ha tenido que borrar una imagen de su Instagram por pasarse con los retoques; una vez se puso una cintura de avispa que ni la muñeca Barbie. Leticia Sabater se hizo viral una vez por confundir Kuala Lumpur con un insulto: "Kuala Lumpur lo será tu puta madre", arremetió furiosa en Twitter. Paula Vázquez publicó una imagen de un parte médico tras sufrir un accidente de tráfico en el que figuraba su número de teléfono y la lió parda. Sergio Ramos da para una enciclopedia de disparates tuiteros, pero uno muy comentado fue cuando su equipo se fue de gira por Estados Unidos y, estando en Nueva York, publicó una foto de un casino de Las Vegas. El buscador de Google qué malas pasadas juega.

Moraleja: es evidente que en los famosos los errores se magnifican por su popularidad y por la cantidad de seguidores que tienen, pero quizás todos, anónimos y famosos, deberíamos pensarlo dos veces antes de darle al botón de 'publicar'. Las redes son una ventana indiscreta que podemos abrir... o cerrar.

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