Análisis

Francisco Correal

Quién nos robó el mes de abril

Abril fue el primer mes entero de encierro por decreto l Un abril con el Jueves Santo de Pilatos en un relato de Jiménez Lozano y versos de Bécquer en ‘Retahílas’ de Martín Gaite

Una mano sostiene los libros de Carmen Martín Gaite y Jiménez Lozano a dos pasos de la calle Sierpes.

Una mano sostiene los libros de Carmen Martín Gaite y Jiménez Lozano a dos pasos de la calle Sierpes. / M. G.

QUIÉN nos ha robado el mes de abril? Fue un hurto con nocturnidad, porque todos los días eran noches, y con alevosía. Lo había cantado muchos años antes Joaquín Sabina, que el 12 de febrero de 2020, el día de su cumpleaños, se desplomó en Madrid en el concierto que daba con Joan Manuel Serrat. El febrero anterior había sido pregonero del Carnaval de Cádiz. La única fiesta que se celebró en 2020.

Abril nos cogió con las puertas cerradas y las ventanas abiertas. Uno recuerda los antídotos, todos infalibles, contra aquella clausura forzosa, casi todos relacionados con la lectura: las cinco novelas que Patricia Higsmith dedicó a los avatares de Tom Ripley, ese maravilloso encantador de serpientes, falsificador de cuadros y de identidades; algunos Episodios Nacionales de Galdós en el año del centenario de su muerte; con el guión de las biografías escritas por Stefan Zweig, ir leyendo novelas de Balzac, Dickens, Dostoievski, Stendhal y Tolstoi; y una inmersión en las crónicas de la temporada 1958-59. El Domingo de Ramos cayó en 22 de marzo, el Sevilla perdió en San Mamés 2-1 frente al Athletic y el Betis 2-5 contra el Barcelona. Una Liga con Kubala, Puskas, Gaínza, Arza y Del Sol.

Fue un abril olímpico sin Juegos, sin procesiones ni casetas de Feria, sin carretas ni simpecados. Siempre apunto la fecha en la que termino de leer un libro. El 4 de abril de 2020 era Sábado de Pasión. Ese día acabé de leer El santo de mayo, de José Jiménez Lozano (1930-2020). El 6 de abril, Lunes Santo, empecé Retahílas, de Carmen Martín Gaite (1925-2000). Dos libros editados por Destino, colección Áncora y Delfín. El segundo lo compré en febrero de 1979. Estaba haciendo la mili y había quedado con la escritora para entrevistarla. Acababa de publicar El cuarto de atrás,ese libro que aparece enlas conversaciones de Amparo Rubiales, suegra y abuela de nazarenos, con Octavio Salazar.

Dos autores de orígenes castellanos. Carmen Martín Gaite nació en Salamanca; Jiménez Lozano, en Langa, pueblo de Ávila, y muere en Valladolid, donde llegó a dirigir El Norte de Castilla. A la novela de Carmen Martín Gaite le debo el título de estas páginas que recogen historias vinculadas con la Semana Santa. Retahílas que en una de las acepciones de la palabra evoca el oficio de los bordadores. Abre el libro con el significado que da de retahíla el diccionario de la Lengua: “Serie de muchas cosas que están, suceden o se mencionan por su orden”. Después, el diccionario de Corominas: “Derivado de hilo; el primer componente es dudoso; quizás se trata de un cultismo sacado del plural rectas filas: hileras rectas”. “Yo debo añadir”, escribe la autora, “a tan acreditados testimonios el sentido figurado de perorata, monserga o rollo –como ahora se suele decir- con que he oído emplear esta palabra desde niña en Salamanca”. Su ciudad natal en la que fue rector Miguel de Unamuno, que en sus versos sacó en procesión el Cristo de Velázquez.

Aparece un ilustre sevillano en sus páginas. “… entiendo los boleros y los fados, entiendo que lloraras a veces en el cine, que leyeras a Bécquer, yo ahora también lo leo…”. La universalidad del poeta de San Lorenzo es indiscutible: está en esta novela de Carmen Martín Gaite, en un libro de relatos de Antonio Tabucchi, en la antepenúltima novela de Javier Marías, en el libro sobre la Macarena que ha publicado Guillermo Sánchez. Aparecen en sus páginas los rostros de las actrices Joan Fontaine e Ingrid Bergman. Lo acabé el 20 de abril de 2020, antesala de la inédita Feria, 28 años después de la inauguración de la Expo. Retahílas del tiempo.

El libro de Jiménez Lozano lo releí por un tributo a su memoria. Ganó el premio Cervantes el año 2002. Autor de un maravilloso libro sobre los cementerios civiles, murió el 9 de marzo del primer año dela pandemia, cinco días antes del estado de alarma. Trabajó en el periódico de Delibes, Umbral, Martín Descalzo y Manu Leguineche. El santo de mayo es un conjunto de relatos en el que hay algunas historias relacionadas con la Pasión de Jesucristo. Una de ellas la protagoniza un pretor romano de Palestina. Después del titulado El Padrenuestro, hay otro, La masía, que protagoniza Antonio Machado al cruzar la frontera en plena guerra civil. Le preguntan por el oficio e imagina el diálogo. “No se le dice a una autoridad que uno es poeta. Se hace uno sospechoso de lo peor”. Jiménez Lozano murió en marzo y en abril leí su santo de mayo.

“Se lo entregué a los zorros de los pontífices judíos, a los que no conmovió siquiera el estado en el que le habían puesto los azotes, un poco más bárbaros y brutales, que los que yo había ordenado”, escribe en el relato titulado La misa de Pilatos. “Me lavé las manos para mostrarte que no te tenía odio. Ni te tengo. Ni siquiera soporté que me relatasen tu muerte, que debió de ser más atroz que otras, porque eras débil y delicado, y nunca sabrás que fui yo quien sugirió a Nicodemo que me pidiese tu cuerpo y te enterrase en un sepulcro nuevo”.

En los títulos de muchos de los relatos hay un fondo de religiosidad: El paraíso perdido, El teólogo, El pintor leproso, Los ángeles de Bernini, El sacrilegio, La conversión, El excomulgado… En el titulado Inventario español, aparece en la biblioteca de un profesor fallecido un cofre con 21 documentos. Los dos primeros son relativos a Sevilla. Uno de ellos da cuenta de una manifestación en el año 1561 de jesuitas con carteles en los que se lee que la Inquisición es el anticristo. En el segundo se da cuenta de que todos los manifestantes acabaron encerrados por herejes en las cárceles de Triana.

Abril de 2020 con dos libros de Destino. Carmen Martín Gaite obtuvo en 1988 el premio Príncipe de Asturias de las Letras. José Jiménez Lozano, el Cervantes en 2002. En la misma colección publicó Francisco Umbral el libro Si hubiéramos sabido que el amor era eso, título sacado de unos versos de Rafael Montesinos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios