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Pocos casos han tenido tanto apoyo y eco popular como el de los bomberos sevillanos juzgados en Grecia. No se entendía que Manuel Blanco, Julio Latorre y Enrique Rodríguez fueran acusados de introducir ilegalmente emigrantes, por su labor en la isla de Lesbos. Por ello, la sentencia exculpatoria ha sido acogida con júbilo. La pesadilla de ir a la cárcel ha terminado para ellos. Al tiempo se ha comprobado que ese apoyo unánime (y puede que la presión diplomática ejercida con discreción) ha llevado a una solución satisfactoria.

Hay aspectos de este caso que siguen causando sorpresa, más allá de la sentencia favorable. Son los síntomas de que la inmigración en Europa es un problema pendiente. Es posible que hayan utilizado a los tres bomberos sevillanos como cabezas de turco para un presunto ajuste de cuentas con las oenegés Proem-Aid y Team Humanity, que prestaban labores humanitarias en la zona.

También sorprende que las acusaciones les hayan llevado a juicio en Grecia, un país donde en enero de 2016, cuando fueron detenidos, ya gobernaba Alexis Tsipras, un político que participó en mítines junto a Pablo Iglesias, y que al parecer no había cambiado las leyes en el sentido humanitario exigible a quien alardea de progresismo. Grecia, como España, está sometida a una entrada masiva de inmigrantes en sus costas, pero las labores humanitarias deben prevalecer cuando se trata de personas. En eso, nuestro país tiene una legislación más tolerante, aunque imperfecta.

Por eso, se entiende que los bomberos sevillanos hayan sido unánimemente respaldados por todos los partidos. El Gobierno hizo gestiones. La consejera de Justicia de la Junta de Andalucía, Rosa Aguilar, encabezó el grupo institucional que los ha acompañado a Mitiline, hasta donde también han acudido parlamentarios andaluces de todos los partidos y otros representantes. Esa unidad ha sido reconfortante.

Precisamente ayer, como tantos días, fueron salvados 69 inmigrantes cerca de la costa de Tarifa. El caso de los bomberos sevillanos no puede ser sólo una anécdota, o cerrarse como un episodio confuso. Debería ayudar a que la política inmigratoria se regule en Europa con criterios más coherentes, y con más solidaridad entre los países. El frente marítimo del Sur está sometido a una presión que no existe en el Norte, y que no se puede afrontar con resignación para apilar los cadáveres.

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