FERIA Toros en Sevilla hoy | Manuel Jesús 'El Cid', Daniel Luque y Emilio de Justo en la Maestranza

Análisis

juan antonio solís

El selenita

Esos laterales que suben a la Luna para ver el fútbol y que el balón orbite en torno a ellos....

En las pizarras aparece atornillado en un rincón. En la hierba, en cambio, no hay grilletes que sujeten sus huesudos tobillos. Y en las crónicas, cuando el partido acaba, suele aparecer encaramado a la mismísima Luna.

En estos días que tanta tinta se expande hasta la polvorienta piel de nuestro satélite, escribamos sobre ese genial lunático del balompié, el que en sus arrebatos de locura suele patear los manuales de los entrenadores enemigos hasta convertirlos en basura cósmica.

Nosotros tratando de encontrarle su justo hueco en la historia a la gesta cincuenta años después, y, paradojas del destino, el futbolista que aún corre la banda ajeno a la ley de la gravedad, que es también quien más copas alzó a las estrellas, está sin trabajo y se vende en las redes como el que cuelga una trona en Wallapop.

La idea de recortar a Daniel Alves me la ha brindado otro que siempre ha jugado flying to the moon, con una ligereza traicionera, falsa. Y letal. Los focos del gran Atlético de Simeone han apuntado con justicia a Godín, Koke o Diego Costa, pero mientras estos gladiadores se embarraban en el suelo, Filipe Luis volaba hasta la Luna desde su costado para ver el partido y el juego en su justa perspectiva y, muchas veces, despejar la equis.

Daniel Alves, por su especial arrojo y descaro, ha ido un punto más allá que el fantástico lateral-organizador del Atlético: se plantó en la mismísima cara oculta de la luna y quizás por eso parece desafiar todas las leyes de la física cuando holla un terreno de juego.

Hace 16 años, el bahiano parecía quedarse a la luna de Valencia cuando debía cerrar su banda en el Sevilla de Caparrós, y no pocos se mofaban de él. Pero de un día para otro, desde su rincón, consiguió que el mismísimo balón orbitara en torno a él. El resto es historia. A la que, por cierto, también habrá que encontrarle su justo hueco.

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