Mi túnica está preparada. Jirones de vida. Tu vida abrazada por todos los nombres. En cierto sentido, reconciliada. En aquella casa -como en tantas otras- andan por el aire nueve papeletas de sitio y túnicas colgadas. Entre ellas, las de los nietos. Incluso la túnica de ruán a estrenar en su primera estación, encargada con el ritmo preciso de la espera por los abuelos Antonio y Amparo. Difícilmente definible de cómo vivimos la Pasión desde el primer instante con gozo contenido o exultante. Es decir, la Resurrección desde el primer latido de la Pasión. Porque no son días de vacíos sino de presencias comprendemos aunque no lo verbalicemos que todo vuelve a tener sentido. Podríamos recitar la prosa machadiana "hoy es siempre todavía" cuando la alegría y el temblor sagrado de nuestras más queridas Imágenes -y en sus rostros, los rostros amados de los nuestros- salen al encuentro para hacerse carne de nuestra espera. Eso tan cierto de hacer visible la comunión de los justos. Este cuadrado de papel que es la papeleta guardada es el tamaño de nuestra esperanza.

En los tramos de la vida, cogerán su sitio estos nietos confiados en que nada podrá herirlos irremisiblemente. Porque confían. Como llevados de la mano que los acompañó por vez primera ante las devociones de la familia. Nuestra pregonera Charo Padilla, nuestra porque generosamente nos ha regalado relatos de nosotros mismos, nos comunicó su vivencia sobre la cofradía como secuencia de la vida. Todo es más vivido en Semana Santa. Por ello, entre estas nueve papeletas hay mucho don y muchos caminos que comienzan. Cuando casi agotada la luz de la tarde, salga el Amor al encuentro percibiremos que el nombre del abuelo que pudo encargar aquella túnica está realmente escrito en cada una de estas nueve papeletas. Y que os abraza en vuestros tramos antes de salir desde la colegial o desde San Juan de la Palma. Todo es gracia.

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