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El rugido de la inflación alarma a los bancos centrales. La Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) ha decidido adelantar en un año la subida de tipos de interés, del 2024 al 2023.La retirada de estímulos se iniciará a final de año. La Fed inyecta 120.000 millones de dólares mensualmente. Los bancos centrales se enfrentan a una misión casi imposible. Han inundado el mundo de liquidez. Vaciar este océano de liquidez con una bomba de achique es una misión casi imposible. Los bancos centrales se han visto sorprendidos y superados por la rapidez e intensidad de la inflación. En unos meses el temor a la deflación ha mutado en alarma por la inflación. Una subida brusca de los tipos de interés abortaría la recuperación. Para anclar las expectativas de inflación, insisten en que la inflación es transitoria y la retirada estímulos será gradual y transparente. El reciente cambio de estrategia de la Fed indica que está dispuesta a tolerar desviaciones de los precios durante un largo periodo, sin subir los tipos de interés.

El interés real, tipo de interés nominal menos tasa de inflación, es negativo. La política monetaria seguirá siendo expansiva mientras el tipo real sea negativo. La previsión de la Fed es que la tasa de inflación se sitúe en el 3,4% a final de año y la subyacente en el 3%. Para que el de interés real sea negativo los tipos nominales tendrían que subir por encima del 3%. Un largo recorrido y un amplio margen. Pero los mercados son asustadizos y emocionales. Para calmarlos, los bancos centrales aseguran que el ajuste será gradual y que disponen de herramientas y capacidad suficientes. Afirman que la inflación es transitoria, aunque con poca fe. La inflación de demanda, alimentada por la intensa recuperación, el ahorro acumulado y los potentísimos planes de expansión fiscal, se ve reforzada por la subida de los costes de producción globales. La ruptura de la cadena de suministros y el bajo nivel de inventarios están creando cuellos de botella, retrasos, y aumento de los costes. Los precios de las materias primas metálicas y agrícolas se han disparado. El transporte marítimo se ha encarecido un 328%. Los principales puertos de China están atascados (Yantian, Shenzhen..) y los plazos de entrega se retrasan varios trimestres. El 90% del transporte mundial es marítimo. La escasez de semiconductores está limitando la fabricación de automóviles, maquinaria, ordenadores etc., con retrasos y subidas de precios. El precio del petróleo ha aumentado un 40% y los derechos de emisión de CO2 se han duplicado, encareciendo la factura eléctrica. La espiral de precios y salarios puede iniciarse. Los inversores siguen confiando en los bancos centrales, aunque cada vez con menos fe.

La recuperación en Europa ha sido más tardía y menos intensa. El BCE considera prematuro hablar de retirada de los estímulos. La inflación ha tocado el 2% y se espera que se sitúe por debajo del 2% a final de año. Los bajos tipos de interés y la inflación son buenos para la sostenibilidad de la deuda pública, cuando todos los gobiernos están muy endeudados. Pero este escenario pone en riesgo la estabilidad financiera y el crecimiento. Los bancos centrales se sienten atrapados.

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