En Ciudadanos se quejan de que el PP presiona a Arrimadas para que dé algún paso porque pretenden presentarlo como un partido que no arriesga, y recuerdan que Rajoy no intentó formar Gobierno cuando ganó las elecciones de diciembre del 2015. Es posible que tengan razón en lo primero, pero no es cierto lo segundo: antes de comunicar al Rey que renunciaba a la investidura, Rajoy habló con los dirigentes de los otros partidos parlamentarios. Decidió no ir a la investidura cuando comprobó que no tenía mayoría.

Hay que ir haciéndose a la idea de que las negociaciones catalanas van para largo.

Los independentistas pueden ponerse de acuerdo en cualquier cosa que vaya contra España, de hecho su primera iniciativa es recurrir el 155 ante el Tribunal Constitucional (TC). Una incongruencia porque no aceptan la Constitución, las decisiones del TC o de cualquier tribunal español.

En una actitud absoluta de soberbia porque Junts per Catalunya ha sido segunda fuerza y además ni ERC ni la CUP han dicho todavía que le van a apoyar, Puigdemont se considera presidente in pectore, y desde su entorno lanzan fórmulas a cual más rocambolesca. La última, que el presidente sea un independentista, y que él gobierne desde Bruselas. Un disparate que solo se le puede ocurrir a quien ha perdido el norte hace mucho tiempo.

Olvida que el Gobierno de Bruselas le ha dicho muy claro que no puede tener actividad política en su territorio y que tiene deudas pendientes con esa Justicia española, como todos los que se encuentran en los primeros puestos de sus listas.

Todo lo relacionado con Puigdemont provoca estupor, cuando no ira. Es inconcebible que el pueblo catalán haya sido gobernado durante dos años por un personaje tan atrabiliario, frívolo, inconsistente y venal. Se comprende que Junqueras marque distancias. Es tan independentista como Puigdemont o más, pero al menos no desbarra.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios