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Crónica Personal

De vacaciones con muchos frentes abiertos

Parón. El presidente se va de descanso con su irritante triunfalismo por las nubes, pero demasiados deberes le quedan por hacer; el otoño va a ser más decisivo que los habituales

Pedro Sánchez, en Salamanca.

Pedro Sánchez, en Salamanca. / Juanjo Martín / Efe

Pedro Sánchez inicia sus vacaciones con la euforia a tope –forma parte de su ADN–, reticencias a su gestión por parte de varios presidentes regionales y un Ejecutivo recién remodelado sobre el que penden muchas incógnitas porque aún es pronto para poner nota a su eficacia.

Empieza sus vacaciones, y los líderes de los diferentes partidos, con una nueva ola inesperada, aunque hubo alertas de los profesionales cuando Sanidad decidió dar vía libre a las mascarillas en espacios abiertos –tenían razón vistos los resultados– y empezó de nuevo el incremento de infectados. Parece que remiten las cifras, pero no se puede bajar la guardia. Aparte de la pandemia, la economía presenta mejores cifras, aunque están muy lejos de las necesarias para que se pueda encarar el futuro con el triunfalismo del que hace gala el presidente, y todo el interés se centra en los famosos fondos de recuperación europeas, cuándo llega la primera partida, y qué va a pasar con el famoso control de esos fondos, que Bruselas exige que sea determinante para seguir enviando dinero a los españoles.

Sánchez da lecciones de gobernabilidad a todos, pero el resultado al finalizar el primer semestre del curso deja mucho que desear. Presume de ser el español con más capacidad de diálogo pero no ha conseguido nada, absolutamente nada, a través del diálogo. Se comprueba día a día con los independentistas, que no han renunciado a una sola exigencia, lo que provoca permanentes subidas de listón, y se comprueba con los peneuvistas, por mencionar a sus principales apoyos parlamentarios. Los nacionalistas vascos no le dan a Sánchez ni la mano, si no es a cambio de privilegios y de importantes cantidades de dinero. La Conferencia de Presidentes ha sido el último ejemplo: Urkullu sólo ha aceptado ir a Salamanca a cambio de competencias sobre la gestión de varios impuestos, lo que se traduce en más de 300 millones. Eso no es dialogar, sino comprar.

Sánchez ha sido incapaz de establecer un mínimo diálogo con la oposición, y ante esa incapacidad lo que ha hecho ha sido cargar las tintas sobre el presunto bloqueo del PP a la renovación de las instituciones del Estado. Como mínimo, la responsabilidad del bloqueo habría que atribuirla a los dos obligados a negociar. Pero hay otro ejemplo que demuestra las escasas dotes negociadores de Sánchez: Cs. Nunca ha habido en ese partido un líder con más interés que Arrimadas por llegar a acuerdos con el presidente. Inútil. Sólo recibió desplantes, engaños... e intentos de humillarla ante su insistencia en pactar. Y un tercer ejemplo: no ha podido cumplir su objetivo de reducir el número de ministros porque no convenció a Podemos de la necesidad de hacerlo. Lo que demuestra que sus éxitos negociadores están directamente relacionados con su dadivosidad, no con su poder de convicción.

Marruecos, asunto clave

Se va, por tanto, Sánchez de vacaciones con su irritante triunfalismo a tope, pero sin hacer los deberes. Y con un problema serio sin resolver, el de las relaciones con Marruecos, que afectan directamente a la política de inmigración, la seguridad nacional y la lucha contra el terrorismo islamista, la estabilidad de Ceuta y Melilla, las importantes inversiones españolas en ese país, y el sector pesquero.

El ministro Albares se lo ha tomado como una prioridad y conoce bien el tema, pondrá su empeño en solucionar los rotos causados por Laya. Y en ese asunto es mejor que no intervenga el presidente, que no es un jefe de Gobierno muy bien visto por Mohamed VI. Entre otras razones por el apoyo que dio siempre a Laya hasta que la crisis marroquí aconsejó el relevo.

En el PP, Casado se ve ya como futuro presidente, aunque su euforia no es, ni de lejos, la que muestra el presidente. Tiene motivos de satisfacción. El primero es que los barones populares, unánime y públicamente, no pierden ocasión en reiterar que es el único candidato a La Moncloa. Cosa distinta es que se le dé una nueva oportunidad si no gana las elecciones, pero ya es un buen tanto a su favor que nadie lo cuestione. Además, empieza a asumir que su principal aliado es Sánchez: su rechazo al presidente del Gobierno es tan exagerado que el PP recibirá un número importante de votos de Cs y de Vox que tratarán de impedir así que Sánchez siga en La Moncloa. El reto de Casado, y está en ello, es incrementar los votos del PP por afinidad con su proyecto y con el de su partido, no por rechazo al PSOE y a la coalición con Podemos. Ése fue el objetivo que se marcó Ayuso, y tuvo éxito, y lleva años siendo el éxito de Feijóo en Galicia, al punto de que devastó a Cs y Vox. Y puede ser el éxito futuro de Juanma Moreno, que no ganó las elecciones aunque logró los pactos necesarios para gobernar y hoy todos los sondeos lo dan como vencedor en las andaluzas. Por sí mismo, no por rechazo a su adversario socialista.

Cantos de sirena

En Podemos el declive al acabar este semestre es evidente. Belarra no es Iglesias, tampoco lo es Irene Montero, y Yolanda Díaz tiene mejor cartel que las dos ministras pero con el enemigo en casa, pues no está bien vista por una ni por otra, que aceptan de mala gana que Iglesias la haya señalado como próxima candidata a la Presidencia del Gobierno. Debe ser ratificada por el Consejo del partido y los agoreros cuentan que le van a poner zancadillas. Habrá que esperar acontecimientos. Y Díaz tendrá que analizar qué le favorece más de cara al futuro: la confrontación con Calviño para marcar terreno propio, terreno podemita, o aparecer como la figura con más méritos para ser candidata de Podemos por su sentido de Estado.

Vox existe, en declive pero existe, y ha provocado un serio problema al PP en Ceuta. Vivas quiere llegar a un acuerdo con Abascal para revocar su nombramiento como persona non grata, pero Vox va a pedir algo a cambio. En Génova, y en San Telmo, preocupa la abstención del PP en Ceuta, porque Vox puede crear dificultades a Moreno para la aprobación de las cuentas. Parece que Olona va a ser la candidata a las andaluzas, un peso pesado de Vox que se maneja bien en política, lo que significa que Abascal no piensa estar quieto ante unos sondeos que indican que Vox se encuentra atascado. Situación que ya le gustaría tener Arrimadas, porque Cs no es que esté atascado, sino en peligro de desaparición.

Es un asunto, el de Cs, que se resolverá en los próximos meses. Hoy no tiene muchas más salidas que llegar a algún acuerdo con el PP, bien de fusión o de listas compartidas. Pero las relaciones entre Arrimadas y Casado no están bien, ni las de García Egea con nadie de Cs. Es un asunto que Sánchez sigue con interés. En las últimas semanas ha intentado mostrar una cara moderada, no ha hecho avances en sus negociaciones con los independentistas –a ver qué ocurre mañana– y pone todo el acento en la recuperación económica. Pretenden captar nuevos votos como sea, sacarlos de debajo de las piedras para contrarrestar los muchos que lo han abandonado porque no soportan la coalición ni el compadreo con los independentistas. Y nada como los votantes de Cs para atraerlos con cantos de sirena.

Las vacaciones se inician con muchos flecos pendientes. El otoño va a ser más decisivo que los habituales.

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