palabra en el tiempo

Alejandro V. García

Acorazados

AHORA que las sucesivas reformas han liquidado las cajas de ahorro y las han convertido en bancos que tratan de sobrenadar en el gran maremágnum de la crisis; ahora que hemos conocido la avilantez de algunos de sus directivos a la hora de fijar las indemnizaciones (o la capacidad de los consejos con representación política para desmedrar a las propias entidades, como ha acontecido con la CAM) los dos principales partidos han caído en la cuenta en el pasivo papel que ha jugado el Banco de España en el control tanto de las percepciones millonarias como de los procesos de quiebra. Al parecer nadie sabía (¡nadie!) que los tres directivos que han medio arruinado a Novacaixagalicia se habían adjudicado, con el visto bueno de los órganos de la entidad, veinte millones de euros de blindaje en caso de despido, incluidas (menos mal) las aportaciones a sus respectivos planes de pensiones.

Unos tipos que tenían apalabradas semejantes compensaciones económicas cuando fueran despedidos estaban obligados, en función de sus objetivos personales, a arruinar cuanto antes a la entidad, provocar la intervención del Banco de España y cobrar la suculenta indemnización. ¡La lógica del dinero! Cuanto antes debilitaran la caja antes cobrarían los sustanciosos premios que, por añadidura, como si fuera el botín del atraco al tren correo, les van a permitir vivir de las rentas por los siglos de los siglos y durante varias generaciones.

¿Cómo los órganos de una caja, que es (o ha sido) una entidad semipública pudieron autorizar a su cuadro directivo a cometer tal despellejamiento? Ahora, con los datos fríos y la cercanía de unas elecciones, los partidos se muestran escandalizados. Unos partidos, está de más decirlo, que han formado parte de los consejos de todas las cajas y han encabezado ahora el desmantelamiento. La ministra Elena Salgado ha dicho que lo de Novacaixagalicia es "bastante inadmisible" y "legalmente habrá que ver si esas retribuciones se ajustaban a lo que se había dispuesto por parte del consejo". ¿Alguien duda de que las indemnizaciones no se ajustaban a lo pactado?

Desde el PP Soraya Sáenz de Santamaría le ha echado, primero, una manita a sus compañeros de la CAM ("no es lo peor de los peor", ha dicho) y luego ha adelantado la intención del PP (si gana) de reformar el Banco de España no sólo reforzando el cuerpo de inspectores sino, ya puestos, eliminando los escasos sustratos ideológicos de sus órganos y poniendo al frente de ella a responsables técnicos, es decir, a tipos pragmáticos con un profundo sentido neoliberal. ¡La neutralidad personificada!

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