Colea Vigo y lo que coleará, ya que tropezar tantas veces en la misma piedra es los polvos que traen estos lodos, o son los lodos que provocan estos irrespirables polvos, que tanto da que da lo mismo. Reaparece el manido debate sobre la forma de juego que Setién ha impuesto en el Betis, por siempre y para siempre Real Betis Balompié. Una forma de jugar llena de atractivo, pero que no siempre se interpreta adecuadamente.

Y en el epicentro del debate se halla la figura de Adán, buen portero y desmañado jugador de campo. Posiblemente, el madrileño cuando tuvo edad de elegir opciones hubiese optado por marcar goles en vez de tratar de evitarlos. O no, lo más probable es que consciente de que Dios no lo había llamado a tomar los caminos de jugar con los pies optase por hacerlo con las manos, extremidades más aptas para el manejo y control de un balón que las inferiores.

Y ocurre que cada vez que sucede una tarugada del calibre de la del primer gol, pues la opinión se divide entre los que culpan a Adán y los que insultan y descalifican a los que le culpan. Es un sucedido cíclico que empezó en la pretemporada y estalló cuando aquella frivolidad ante Bacca en Villarreal para ruina de un partido encarrilado. Ahora y tras haber ido cuarenta y cuatro veces al fondo de su portería para recoger el balón, la discusión ha subido de tono, vaya si ha subido.

¿Es culpa de Setién o de Adán? En primer lugar, del entrenador por obligar a un profesional a hacer lo que no sabe. No es lógico que Adán intervenga más en el juego que, por ejemplo, Guardado. Con Ter Stegen tiene sentido crear superioridad jugando con el portero, pero con Adán lo que se crea es una inquietud que contagia a la grada y, peor aún, a unos colegas que, sin embargo, se quitan pulgas de encima echándosela una y otra vez al que no sabe. ¿Cuándo la próxima?