hoja de ruta

Ignacio Martínez

Adieu Nicolas!

CAMBIO de rumbo. François Hollande ha ganado en Francia. Una de sus consignas es que la Europa de la austeridad nos lleva a la depresión, y hay que lanzar un plan de crecimiento. Bienvenido sea. Este mensaje no sólo complace a la izquierda española, sino también a la derecha, incluidos miembros del Gobierno. Francia es uno de los dos grandes motores de la Europa que se construye desde que el 9 de mayo de 1950 el entonces ministro de Exteriores galo, Robert Schuman, propuso la creación de la CECA. (Pasado mañana se cumplen 62 años).

La elección de ayer supone el retiro de Nicolas Sarkozy. Derrotado como todos los gobernantes europeos a los que ha cogido la crisis en el poder y han tenido que renovar mandato. He perdido ya la cuenta, pero son más de diez. Portugal, España, Italia, Grecia dos veces, Dinamarca, Finlandia, el Reino Unido, Irlanda... Y ahora Francia. Merkel tiene margen hasta octubre de 2013.

No se puede decir que el presidente saliente sea amigo de España. La ha puesto como ejemplo permanente de lo malo. De manera contradictoria: la ruina española era culpa de Zapatero, pero los problemas de Francia los provocaba la crisis. Y eso que Sarkozy tiene una potente relación indirecta con este país: es nieto de un judío sefardita, estuvo casado con una biznieta de Albéniz y el Rey le concedió el Toisón de Oro, por su lucha contra el terrorismo etarra. Pero ni por esas. Ha sacudido la reputación de España durante toda la campaña electoral.

Se retira después de 35 años de vida política. Hijo de una familia acomodada, venida a menos tras el divorcio de sus padres. Tuvo que superar el trauma el desamor de su padre, que se desentendió de la familia. Desde muy joven se acercó al gaullismo y fue apadrinado por Jacques Chirac. A los 22 años ya era concejal de una de las comunas más ricas de la región de París, de la que cinco años más tarde sería alcalde, durante dos décadas.

Entró en el Gobierno durante la segunda cohabitación de los gaullistas con el presidente Mitterrand en 1992. Fue ministro del Presupuesto con 38 años y poco después portavoz del Ejecutivo de Eduard Balladur. Entonces traicionó a Chirac para apoyar la candidatura del primer ministro a la Presidencia en 1995. Se equivocó. Chirac llegó al Elíseo y eso supuso el destierro de todos los felones.

Nunca más fue amado por su padre político, pero volvió al Gobierno en el segundo mandato de Chirac como ministro de Interior y de Economía. Se hizo con el poder en la UMP y consiguió al primer intento la Presidencia de la República. Algo que a Chirac le había costado cuatro asaltos y tres a Mitterrand. Cuando la crisis se instaló en Europa se alió con Merkel en una radical política de austeridad, olvidando el crecimiento. Y se volvió a equivocar. Ahora se marcha con cierta amargura, y un tercer desamor, el de los franceses.

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