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La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Agujero negro y garrotazos

Somos capaces de fotografiar un agujero negro mientras seguimos comportándonos como en 'Duelo a garrotazos'

Veo la primera fotografía hecha a un agujero negro. Y me da vértigo. Por ser testigo de una noticia histórica y porque no logro enterarme de nada. Se lo juro: de nada. Y nada es nada. Ni una palabra. De rebuzno. Cada uno tiene sus limitaciones. Si todavía le estoy dando vueltas a Interestelar...

Si el tiempo sin apellidos me obsesiona desde que su descubrimiento me arrojó de mi infancia como a Wendy en Peter Pan cuando, mientras jugaba en los jardines de Kensington, oyó a su madre murmurar: "¡Oh, por qué no podrás quedarte así para siempre!; y "desde entonces supo que tenía que crecer". Y si mi descubrimiento de Proust fue el encuentro con un amigo con el que intercambio desde hace más de 50 años confidencias sobre el tiempo perdido, las magnitudes del tiempo geológico y del tiempo cosmológico me aterran tanto como a Pascal "la infinita inmensidad de los espacios que ignoro y que me ignoran" y "el silencio eterno de los espacios infinitos".

Qué quieren que les diga. Ante tanto asombro, admiración e incomprensión como me abruman al ver esta primera e histórica imagen de un agujero negro, esa rara cosa que es el ser humano, capaz de estos logros apabullantes mientras sigue destruyendo el planeta y solucionando sus problemas como los garrulos del Duelo a garrotazos de Goya (eso sí, con los garrotes más mortíferos que hayan existido, capaces de acabar con la Tierra: la ciencia también tiene sus culpas), me apunto a lo que en 2017, desde la Cúpula del módulo de la Estación Espacial Internacional, hizo el astronauta italiano Paolo Nespoli: leer este poema de Emily Dickinson mientras por las amplias ventanillas se veía lejísima y azul la Tierra en torno a la que la Estación orbitaba. "Hay una soledad del mar,/ una soledad del espacio,/ una soledad de la muerte./ Y no obstante parecen compañía/ comparadas con esa más profunda / -intimidad polar, / Infinitud finita: / la del alma consigo misma".

Y para no ponernos tan trascendentes -citar a Proust, Pascal y Dickinson tal vez sea un exceso en un solo artículo- les recuerdo esta escena de Annie Hall. La madre de Allen niño se queja de que no estudia y este le contesta: "El universo se expande y si se expande algún día estallará y eso será el final de todo". ¿Para qué estudiar, entonces? Con riguroso realismo de matriarca judía la madre le replica: "¡Brooklyn no se expande!". Pues eso.

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