La ciudad y los días

carlos / colón

Aldeanismos

SEGUIMOS con San Fernando y su fiesta de quita y pon, porque este Ayuntamiento -seamos justos con el señor Espadas- no es el primero que se la carga. La herencia de tolerancia de Fernando III fue prolongada por sus descendientes hasta que, fanatizada por las predicaciones del hideputa del arcediano de Écija, la chusma asaltó la judería el 6 de marzo de 1391, provocando una matanza que acabó con ella. Y aun así esta herencia tolerante hizo que Enrique III encarcelara al funesto arcediano y castigara a la ciudad de Sevilla con una multa tan crecida que la ciudad tardó diez años en pagarla. ¿No merece un día festivo este rey tolerante que nos devolvió a Europa? Recorran el panorama actual desde Marruecos hasta Turquía y respondan.

En cuanto a lo del séquito municipal en la procesión de la Virgen de los Reyes creo ajustada, cortés, cívica y razonable la propuesta del señor Espadas. La posición de los capillitas cívico-religiosos y de los integristas nostálgicos del nacionalcatolicismo que tanto gustan de chaqués, fajines y presencia institucional en los actos religiosos me es por completo extraña. La posición de Izquierda Unida y Podemos me parece descortés, al ignorar una realidad importantísima en la historia y la vida de la ciudad. Es una cuestión de cortesía que la corporación municipal envíe una representación a la expresión de una devoción con 767 años -la primera procesión de la Virgen de los Reyes fue la de su entrada en la ciudad cuando la reconquistó Fernando III (reconquistó, ojo, no conquistó, que aquí estuvieron Julio César e Isidoro de Sevilla antes de que llegara Musa ibn Nusair)- que congrega a miles de sevillanos en la fecha más inhóspita del año. Precisamente que los poderes públicos sean aconfesionales les permite ser corteses con todas las confesiones.

Como ya escribí ayer personalmente me importa un pimiento que acudan o no. Si lo hacen agradezco la cortesía. Si no lo hacen no tengo reproche alguno que hacerles porque, al perder dimensión cívica, la procesión gana autenticidad religiosa. Ya lo dijo quien lo dijo: a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César. Y la hermosa, breve y sobria procesión de la más antigua devoción de la ciudad es y debe ser más cosa de Dios de que los césares municipales. La propuesta del señor Espadas es cortés y correcta. Así que a ver si nos dejamos ya de catetadas y nos ocupamos de cosas más importantes.

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