LES ofrezco un enfoque alternativo al de los tertulianos que sólo se dedican a tertuliar y comentan el resultado del partido Tomás Gómez-Trinidad Jiménez en función del futuro de Zapatero como líder socialista. Es imposible que España sea un país con alto grado de competitividad si continúa siendo dirigido por una clase política que sólo sabe evitar la competencia en sus propias filas para que no se compare en pie de igualdad quién es más competente. La constitución de varias candidaturas para la dirección de sus órganos y para la elección de sus candidatos debe ser algo tan consustancial e indiscutible como la automática celebración de debates en las campañas, emitidos por las radios y televisiones. Sin embargo, 35 años después de la muerte de Franco, la aislada celebración de unas primarias en un solo partido, el PSOE, el único que las hace aunque también las cercena, provoca reacciones y debates pueriles, tanto en la cúpula socialista como en sus rivales políticos, con frases y comportamientos que no pasan el aprobado en primero de democracia.

En cuestión de primarias, Madrid ha jugado el papel de esporádica avanzadilla (porque allí no gobiernan), y Andalucía el de la involución (porque gobiernan como si el régimen fuera suyoy castran el debate interno). Mucho mejor le iría a Juan Espadas en Sevilla para ilusionar a la parroquia si fuera un candidato con el aval de un triunfo en las bases sobre otros compañeros de partido que hubieran puesto a prueba su capacidad de liderazgo y sus propuestas para sustituir a Monteseirín.

El modelo de la candidatura única, un año sí y otro también, es antinatural en cualquier colectivo humano. Es falso que la presentación de más de una candidatura interna divida en lugar de unir en pos de ganar meses después unas elecciones. Al contrario, la legitima más. Y también es falaz que las posibles candidaturas alternativas sean per se mejores que las continuistas. Pero que nadie les hurte el derecho a presentarse.