Ningún gaditano de bien debiera escribir hoy una línea que no contenga un lamento por el penoso, tristísimo momento de la retirada por orden municipal de la bella lápida que en la casa natal de José María Pemán recordaba su nacimiento en la ciudad que amó tanto el 8 de mayo de 1897. Cómo se puede llegar a ese grado de sectarismo, ignorancia e indecencia es algo que sólo las generaciones futuras podrán juzgar. ¡Malditos!

La vida seguirá y la historia acabará poniendo a cada uno en su lugar. Se cumplen este año ocho siglos del nacimiento de otro gaditano singular, nada menos que Alfonso X el Sabio, verdadero refundador de Cádiz, equiparable en eso al Hércules que ha campeado desde siempre primero en su sello, luego en el pendón. Cierto es que en la ciudad que aquel Rey de leyenda preparó para los más altos destinos, y que ha levantado tantos monumentos infelices a personajes siniestros, extravagantes o mediocres, don Alfonso no tiene ni calle, pero ello no le impide ser reconocido universalmente como el monarca más importante de la Edad Media española y entre los más notables de la Cristiandad.

En la Andalucía que durante su reinado empezó a ser conocida por ese nombre y comenzó a labrar su personalidad histórica en el conjunto de los reinos de León y Castilla, Sevilla le debe a Alfonso X la creación de toda su estructura institucional, Huelva su integración en la Cristiandad a través de la conquista del reino de Niebla, Jerez su conquista y repoblación y El Puerto de Santa María su fundación, todo ello sin salir de los márgenes del viejo reino de Sevilla. Hay varias iniciativas de instituciones andaluzas beneméritas para celebrar esta efeméride -Cátedra Alfonso X el Sabio, Cabildo del mismo nombre, departamentos universitarios de Sevilla y Cádiz- pero ¿no sería necesaria una conmemoración de envergadura proporcional al personaje cuyo octavo centenario se recuerda? Toledo, donde nació, sí va a hacerla con una extraordinaria exposición, pero sería muy bueno que la Junta y su Consejería de Cultura comprendieran que Alfonso X es un personaje universal cuyos vínculos con Andalucía son tales que hacen del todo imprescindible su presencia y liderazgo. Y es que, como escribió el gran biógrafo del monarca, Manuel González Jiménez, Alfonso X logró "establecer firmemente unas estructuras y unas instituciones políticas de las que nació, como entidad histórica perfectamente conformada, Andalucía".