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Una mujer, este jueves en la plaza Alta de Algeciras.

Una mujer, este jueves en la plaza Alta de Algeciras. / Europa Press

EN las últimas elecciones generales, las de noviembre de 2019, Vox fue el partido más votado en Algeciras. En las autonómicas, cuando la figura de Juanma Moreno se impuso a derecha e izquierda, Vox bajó bastante, gracias a este factor y en favor del PP, pero aún así fue la segunda fuerza en número de votos. Algeciras no es un municipio cualquiera, es la segunda ciudad en población de la provincia de Cádiz y la décima de Andalucía. Es, como se ha repetido en tantas ocasiones, una ciudad de frontera, donde la población extranjera, sobre todo magrebí, suma 10.104 personas sobre una total de 121.000 habitantes.

Vox fue el partido más votado en las últimas elecciones generales en Algeciras

Los forenses deben determinar ahora si el ataque de Yassine Kanjaa contra dos iglesias de Algeciras fue fruto de una radicalización religiosa consciente o de un proceso mental, pero el resultado es que este marroquí, que se encontraba en situación irregular en España, ha matado al sacristán de la iglesia de la Palma y ha dejado herido al párroco de San Isidro. El impacto emocional es brutal, Diego Valencia era una persona muy querida en la población, el custodio de una de las iglesias más populares de la ciudad.Todos los elementos –inmigrante irregular y atentado contra símbolos de la Iglesias católica– nutrirán el relato de Vox sobre la migración y el islamismo en una ciudad donde ya había un malestar palpable en algunos sectores no tan minoritarios como para hacer del partido de Santiago Abascal la primera fuerza en votos en unas generales. Algeciras necesita ayuda, y ahora más que nunca. Corresponde a las autoridades políticas, pero también a los dirigentes de sus comunidades religiosas, una actuación para ir más allá de la descalificación de Vox como partido de extrema derecha. Vox es un síntoma, no es una invención ni un capricho de unos indignados. La actuación no puede reducirse al ataque a este partido, hay que escuchar de la población cosas que no queremos oír, desmontar los argumentos que intentarán generalizar un comportamiento violento en un colectivo, evitar reacciones del mismo cariz y ayudar a la concordia con algo más que palabras, se necesitan gestos y actuaciones. Algeciras necesita ayuda, y esto no es de ahora o de hace tres años, como tampoco es una situación aislada, sino compartida con el resto del Campo de Gibraltar.

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