La ventana

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

¿Alguien le preguntó a las azafatas?

Pendulazos que da la vida y del prohibido prohibir que fue santo y seña del Mayo Francés hemos pasado a prohibir todo lo que no nos gusta. Y así como los antitaurinos no se conforman con no ir a los toros, sino que pretenden que nadie vaya, el feminismo rampante ha decidido abolir las azafatas de, por ejemplo, la Fórmula Uno. La cuestión es prohibir y ahí tenemos en la tele a cada momento a una señora escandalizada por el papel de mujer objeto de esas azafatas cortitas de ropa que lustran el evento de turno. Por supuesto que mayormente la que brama es una señora que por razones obvias jamás hubiera podido optar a semejante ocupación. Y se pide la prohibición sin consultar a esas mujeres que han encontrado un modus vivendi tan honesto como cualquier otro y que ahora ven cómo un exacerbado feminismo las deja sin trabajo. Del prohibido prohibir a esto, qué cosa.

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