TRAS la resaca de la derrota de Madrid para los Juegos 2016, me han llegado comentarios de sevillanos que ven el asunto con ganas de revancha y creen que Sevilla debe volver otra vez a la carrera olímpica. Opiniones respetables que conviene rebatir cuanto antes con argumentos de peso. Si en Estados Unidos todavía hay amplios sectores de población que niegan la evolución de las especies, se constata que en nuestro terruño tenemos paisanos chovinistas que no se dan cuenta de que Sevilla carece de la más mínima posibilidad de ser elegida sede de la cita olímpica. Ni la tenía para 2004 ni ahora ni nunca mientras se dirima entre metrópolis de muchos millones de habitantes. Lo demás es camelo.

En el blog de la Asociación Macarena del Partido Andalucista se dice lo siguiente: "El PA en Sevilla ve la necesidad de reabrir el debate de la sede olímpica tras el tercer fracaso de Madrid. El empecinamiento de Ruiz Gallardón le ha llevado a despilfarrar el dinero público de todos los españoles, incluidos de los sevillanos". Y apostillan: "¿Por qué cuando un alcalde andalucista y sevillano como Rojas Marcos se muestra ambicioso para con su ciudad se le tacha de demagogo y de faraónico, mientras cuando un alcalde de Madrid se obceca por tres veces, sin descartar una cuarta, en un proyecto para su ciudad, parece encomiable?".

Urge reorientar este caudal de orgullo confundido y estéril, para crear estructuras de formación, tecnificación y esponsorización con las que Sevilla tenga buenos deportistas y equipos en la primera división española de todas las modalidades: natación, gimnasia, atletismo, balonmano, tenis, ciclismo,... Es más saludable, coherente y barato. ¿Acaso el deporte no consiste en practicarlo? ¿Por qué sí somos capaces de gastar dinero en montar la final de la Copa Davis e incapaces de tener un jugador entre los 100 mejores del mundo como los hay siempre entre los catalanes, madrileños, valencianos y mallorquines?