PASA LA VIDA

Juan Luis Pavón

Amenaza de bolis caídos

TAN panchos se quedan los portavoces sindicales de los cuerpos policiales cuando le comunican a la ciudadanía que sus compañeros, en represalia por la reducción salarial a todos los funcionarios, han decidido por su cuenta y riesgo ejercitar la huelga de bolis caídos y la campaña de calabozos vacíos. Más atenta la población a comentar su estrés por estar en manos de los controladores aéreos más estresantes, se cuela de rondón la organización de un descontrol más uniformado y dispuesto a bajar el listón de su rigor punitivo. Con meridiana impunidad se arrogan el derecho al cabreo más expansivo: que el pueblo soberano se apañe con las consecuencias de practicar menos detenciones, efectuar menos identificaciones y poner menos multas.

Sean cuales sean las justas reivindicaciones gremiales de los policías, guardias civiles y municipales, es una barbaridad injustificable que el mecanismo de presión a la superioridad política consista en hacer peor su trabajo e inhibirse ante posibles infracciones y delitos. Tan paganos como ellos en el apretón salarial son otras muchas profesiones de no poca importancia. ¿Qué dirían esos policías, en tanto que usuarios de la sanidad, si los médicos optaran por ver a menos pacientes y a realizar menos operaciones? ¿Qué opinarían del estamento docente, en tanto que padres de alumnos, si en los claustros se decidiera por la cara que a los niños y jóvenes se les imparte menos temario de cada asignatura? Hagan la misma analogía de brazos caídos para vislumbrar qué sucedería con cualquier función pública básica.

La estratagema incluye una variante especialmente cañí. Los sindicatos policiales argumentan que su consensuada desmotivación sólo afecta a la voracidad recaudatoria de las haciendas locales, por el procedimiento de poner menos multas, y a engordar las estadísticas que pregonan los mandos policiales sobre el grado de criminalidad cauterizada a tenor de las actuaciones contabilizadas de los agentes. Aseguran que no hay merma en garantizar la seguridad de la población. Entonces, ¿en qué se enredan y entretienen cuando se afanan al cien por cien en patrullar? ¿Cuándo es el paripé, antes o ahora?

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