La tribuna

Antonio Fernández

Andaluces somos todos

LA única actitud acertada con los inmigrantes es el respeto y la aceptación, valores que conducen a la integración. Todo lo que nos aleje de esa meta, la plena integración, nos abocará a la incoherencia y al enfrentamiento. A la incoherencia, porque iría contra nuestra historia como tierra de emigrantes que siempre fue y sigue siendo patria de la igualdad y de la solidaridad. Tierra de acogida. Y al enfrentamiento, porque toda segregación desemboca en guetos, y éstos, en desencuentros. Digo integración desde la diversidad, no desde la renuncia a su identidad. Ni más ni menos respeto y aceptación que exigimos para los andaluces emigrados, a los que aplaudimos que conserven el orgullo de los rasgos culturales que nos definen como pueblo.

Aprovecho la conmemoración del Día Internacional del Migrante, para proclamar, como consejero de Empleo, la filosofía que va a enmarcar mi actuación con respecto a los trabajadores extranjeros que han elegido nuestra tierra para realizar su sueño de una vida mejor: respeto y aceptación, más aún en una coyuntura de crisis económica que algunos pueden caer en el error de utilizar para azuzar el rechazo. Andalucía vive un hecho insólito en nuestra historia: por primera vez afrontamos una crisis económica con un número importante de trabajadores de otros países, lo que nos demanda un plus de responsabilidad y nos pone ante el reto de la integración en peores condiciones de las que hemos tenido en estos quince años de crecimiento económico.

No es verdad que los inmigrantes quiten puestos de trabajo, y la prueba es que donde más extranjeros hay es en las provincias con menos desempleo. Tampoco ellos infringen la normativa laboral más que los de aquí. No obstante, la forma de actuar ante los casos que pudieran producirse es presentando denuncia ante la Inspección de Trabajo, no aprovecharlos como arma arrojadiza contra el colectivo. Como consejero de Empleo, que desde abril pasado asumí también la coordinación de políticas migratorias, me comprometo a perseguir las situaciones de explotación y los abusos que se planteen, pero siempre desde la premisa de que no habrá trato distinto en razón del lugar de procedencia.

Así lo recoge nuestro Estatuto de Autonomía, que reconoce el derecho a un trabajo digno a todo aquel que vive en Andalucía, venga de donde venga. Por la sencilla razón de que el trabajo es un derecho universal, no un privilegio susceptible de ser acotado según el color del pasaporte que se ostente. La meta es la integración y para ello es necesario promover la participación de los inmigrantes en la vida política, económica, social y cultural. En la vida económica ya lo hacen contribuyendo con su trabajo a crear riqueza. Pero nos queda mucho que hacer en las esferas política, social y cultural.

Desde la Consejería de Empleo promovemos su participación política a través del Foro Andaluz de Inmigración y de las ONG que les representan. La integración es el fin que preside el tercer Plan Andaluz de Inmigración, cuya vigencia será de 2010 a 2013. Mas sabemos que sólo habrá integración plena cuando puedan decidir con su voto en igualdad de condiciones que los nacidos aquí. De momento pueden hacerlo, en las elecciones municipales, los ciudadanos europeos y los procedentes de los países con los que España está firmando acuerdos de reciprocidad. Es un gran paso, pero abogamos por que en el futuro se amplíe a más países y a otras elecciones. Si viven, trabajan y pagan sus impuestos aquí, deben tener derecho a decidir qué gobiernos quieren.

El 8,1% de nuestra población ha nacido en otros países, la mayoría en el Reino Unido y Marruecos. Pero me resisto a abundar en cifras para referirme a la inmigración porque creo que llevamos demasiado tiempo obsesionados con los números. Que si son tantos o cuantos, que si vienen del este o del oeste, que si suben o si bajan. Lo fundamental no es eso, sino que progresen aquí codo con codo porque de ello va a depender el futuro común. Si a ellos les va bien, a nosotros nos irá bien, y viceversa. ¿O alguien se imagina una Andalucía excluyente? Es más, si uso esa terminología de ellos y nosotros no es porque la comparta, sino para que se me entienda.

Tenemos que evitar que las fronteras se instalen también en el seno de nuestra sociedad abriendo abismos en los tajos del campo, en las fábricas o en los barrios. La única manera de hacerlo es reconocer que todos tenemos los mismos derechos y obligaciones. Porque todos somos andaluces.

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