Como en botica

José Rodríguez de la Borbolla

Andalucía, España y Europa: ahora

Cuando Roma era poco más que un conjunto de cabañas asentadas en las colinas que dominaban un vado del Tíber, desde las que sus habitantes controlaban, exigiendo peaje, el paso por las vías que unían la Magna Grecia con Etruria y el más allá, Cádiz era ya una ciudad comercial con influencia; además, había una factoría comercial fenicia en Sevilla y un templo en El Carambolo, que controlaban el flujo de los metales desde Riotinto y Aznalcóllar hasta el Mediterráneo Oriental; y habían sido implantados otros emporios de apoyo al comercio global de la época, desde Ayamonte hasta Adra.

Cuando el Imperio Romano entró en crisis de crecimiento, tras la desaparición de las dinastías Claudia y Flavia, hubo que buscar alguna solución drástica y sólida. Y fueron las élites provinciales procedentes de la Bética las que aportaron tres emperadores -Trajano, Adriano y Marco Aurelio- que dieron contenido a la que Gibbon denominó la Edad de Oro del Imperio.

Cuando, tras la Reconquista, España se situó de nuevo en su mundo natural -Europa-, y aunó energías para jugar un nuevo y único papel en la historia, fue desde Huelva y Sevilla, primero, y desde Cádiz, después, desde donde se lanzó la gran aventura épica de la construcción de un mundo nuevo. Durante siglo y medio, según Carande, Sevilla fue capital real del mundo.

Cuando entró en crisis el Antiguo Régimen, desde Sevilla, con la Junta Suprema Central, y desde Cádiz, con las Cortes, se impulsó el parto de una Nación moderna y se esbozó una doctrina política -el liberalismo- seguida luego por muchos.

Cuando cayó la monarquía isabelina, y tras la fallida primera República, hubo que buscar soluciones creativas y suturantes. De Málaga era el político Don Antonio Cánovas del Castillo, que, con sentido del pacto y afán de servicio al país, diseñó un régimen -la Restauración- que, con altos y bajos, rigió España hasta 1923.

Cuando, tras la destrucción de la II República y la consunción del franquismo, España volvió a la democracia, fue gracias a un partido recreado desde Andalucía -el PSOE- y bajo el liderazgo de un sevillano posibilista y placeado en Europa -Felipe González Márquez-, como se desarrolló y consolidó un Estado Social y Democrático que hizo a España equiparable a otras sociedades europeas.

Son ejemplos… El papel de Andalucía en la historia de España, de Europa y del mundo no ha sido secundario ni episódico. Como decía Braudel, la geografía tiene una inmensa influencia  en la historia. Nuestra posición geográfica y nuestras gentes nos han permitido plantear soluciones y hacer cosas, por nosotros y por España, en las Europas que han sido.

Es el momento de tomar conciencia de ello, otra vez, y de explotarlo. Andalucía ha de empujar para que una España solvente, estable e integral tenga más peso en Europa. Y España ha de tirar para que Europa se oriente hacia el Sur, que es de donde vienen, ahora, los riesgos y las oportunidades. Una Europa que tenga más en cuenta al Sur será, al mismo tiempo, más humana y más competitiva. Por el Sur pasará, en los próximos decenios, el futuro de la Humanidad. Cualquier aspirante a gobernante debería pensar en ello.

Dos datos adicionales: hoy, ya, Algeciras es el puerto mercantil más importante del Mediterráneo. Y hoy, ya y también, el sistema portuario andaluz gestiona más tráficos que cualquier otro sistema portuario de cualquier región mediterránea. Será por algo. ¡Ah! Y el sistema defensivo occidental tiene sus apoyos fijos aquí. Además.

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