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Tribuna Económica

Joaquín / aurioles

Andalucía y la reforma laboral

LOS datos paro registrado del mes de febrero han levantado ampollas en Andalucía y entre las organizaciones que han apostado toda su credibilidad contra las reformas estructurales y, en particular, contra la reforma laboral. El Gobierno se muestra eufórico con un descenso del desempleo que apenas alcanza las 2000 personas, si bien es cierto que en términos desestacionalizados significan más de 55.000 y que viene acompañado de un aumento en los cotizantes a la seguridad social. De todas formas, el encaje de estos datos en el conjunto de los 4,8 millones de parados, entre los que sigue descendiendo el grado de cobertura del desempleo, aconseja moderar la celebración, así como también el pesimismo gruñón con que la oposición y los sindicatos reciben unos datos que, a pesar de todas las pegas, deben valorarse como positivos e incluso, dada la debilidad de fondo que sigue caracterizando a la economía, como sorprendentes.

Con un crecimiento para la economía española que en términos interanuales se mantuvo negativo durante el cuarto trimestre de 2013, las sensaciones que transmiten los datos del mercado de trabajo resultan desconcertantes. Si la productividad del trabajo se mantuviese constante en el tiempo, la tasa de crecimiento del empleo sería exactamente la misma que la de la producción, lo que significa que para que se cree empleo sería necesario que el aumento de la producción fuese mayor que el de la productividad.

Esta perspectiva permitiría explicar el fuerte crecimiento del desempleo desde el comienzo de la crisis como consecuencia de la recuperación de la productividad laboral cuando la economía se encontraba deprimida o en recesión, pero impide entender la naturaleza de la aparente recuperación actual, dado que se mantiene la recuperación de la productividad y la economía se mantiene estancada con niveles de crecimiento prácticamente planos.

Una posible explicación se basaría en la consideración de que una parte del empleo y del desempleo no depende de la situación de la economía a corto plazo, sino de otras circunstancias estructurales, como el marco de relaciones laborales y la regulación en general del mercado de trabajo. El aumento de las contrataciones en un contexto de economía deprimida como el actual podría explicarse, en consecuencia, como un reflejo exclusivo o mayoritario de cambios en el componente estructural del desempleo. Se trata de una hipótesis débil que, en todo caso, debería ser contrastada, pero que apunta dos líneas interesantes de reflexión. Por un lado, que si efectivamente estamos frente a cambios en el componente estructural del desempleo, al menos una parte de la disminución del paro debe ser atribuido a la reforma laboral. Por otro, que el decepcionante comportamiento del mercado de trabajo andaluz podría estar relacionado con la resistencia al impulso de un amplio programa de reformas estructurales, especialmente de las políticas activas de empleo (formación de desempleados e intermediación en el mercado de trabajo), y que las perspectivas de recuperación del empleo en Andalucía estarían más condicionadas por el ciclo económico que en el resto de España.

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