CON la desagradable predicción de que polvo somos y polvo volveremos a ser se le pega el pistoletazo de salida a un tiempo de sobredosis informativa cofradiera. Curiosamente, si buceamos por las hemerotecas comprobamos cómo esta saturación de lo que se ha dado en llamar periodismo morado no tiene nada que ver con la de cuando reinaba entre nosotros el nacionalcatolicismo. Hogaño, aun con la ola de laicismo que nos invade, se da una información infinitamente mayor y también mejor. Por aquel tiempo, el voluminoso programa que editaba El Correo junto a Saeta en Radio Vida era lo que de extraordinario se daba, mientras que en el número del día, la cosa no pasaba de una paginita con las cofradías empasteladas, todo del tirón. Ayer, Miércoles de Ceniza, arrancó esa competencia de a ver quién la da mejor y bien que se notaba. Parece mentira, pero así es.