TIEMPO El tiempo en Sevilla pega un giro radical y vuelve a traer lluvias

Azul Klein

Charo Ramos

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Apertura con cierre

El Arenal pudo ser el gran eje artístico con el Caixafórum en las Atarazanas en lugar de otra ruidosa zona húmeda

Arranca la temporada de las galerías sevillanas que, un año más, no ha sido esa fiesta de apertura que otras capitales con un mercado del arte más sólido celebran desde hace años y en la que se retoma la actividad con inauguraciones simultáneas y una amplia propuesta de actividades como talleres, charlas, visitas guiadas y encuentros. La promesa municipal de incorporar a la agenda cultural sevillana un programa similar a Abierto Valencia o Apertura Madrid, que ha cumplido su primera década con 49 galerías participantes, cayó en saco roto.

La oferta privada sigue siendo muy interesante y nombres como la Premio Nacional Carmen Calvo en Rafael Ortiz o el paisajista Cecilio Chaves en Haurie identifican el peso que la figuración sigue teniendo a este lado de Andalucía. Sin embargo, el inicio del curso galerístico está marcado por el anuncio de cierre de La Caja China, un espacio de referencia en el barrio del Arenal además de un punto de encuentro de varias generaciones de pintores sevillanos. Su director, Pepe Barragán, se centrará en su carrera pictórica a partir de octubre, una vez se desmonte la sala.

Todavía recuerdo la primera obra que compré en La Caja China, una pequeña composición geométrica del artista gaditano Enrique Quevedo cuya contemplación, diez años después, me provoca algo parecido a la felicidad. Alentar el coleccionismo y las carreras de jóvenes con talento sigue siendo un esfuerzo en el que las galerías y los particulares hallan poco respaldo.

En la última década el Arenal, que iba a ser otro gran eje artístico con la apertura del Caixafórum en las Reales Atarazanas, se ha convertido en una de las zonas húmedas más ruidosas de Sevilla y en un entorno deslavazado donde apuestas tan importantes como la que asumirá desde ahora en solitario la galería Alarcón Criado tienen más impacto en el exterior que en la propia ciudad.

La Caja China, con sus techos altos y su luz tenue, evocaba el pasado comercial y marinero de uno de los barrios más hermosos de la capital andaluza y aglutinaba a numerosos creadores con independencia de que su galerista los representara o no. Ha ofrecido un marco para el debate, para el homenaje a maestros desaparecidos (Paco Molina o Pepe Soto, por citar dos ejemplos) y también para la promoción de nuevos nombres, como Ruth Morán. Y la cercanía con la Real Maestranza le inspiró una de sus citas más señeras, Toros en la Caja, una ocasión para que los artistas ofrecieran una visión colectiva de la tauromaquia cada Domingo de Resurrección.

Sería deseable que otro galerista asumiera el reto de hacerse con el traspaso y desolador encontrarse con que han abierto en General Castaños otra vermutería o un Carrefour Express.

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