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La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Aplauso verde para Torneo

Torneo debería ser, no una excepción, sino el minuto uno de un cambio verde para la ciudad

Aplauso para el tramo ya terminado de la reurbanización de Torneo. Vítores para el Ayuntamiento. Que la Pomona que estaba en la parte trasera del mercado de la Encarnación QEPD, la diosa de los frutos, los árboles y los jardines, se lo premie al alcalde y a su equipo. Césped natural, árboles, parterres, arbustos, vida… Rumor de hojas agitadas por el viento que hace móviles y cambiantes -impresionistas- las sombras, tan necesarias en esta ciudad de largo e inclemente verano. Cambios de colores en el arbolado marcando el paso de las estaciones, ofreciendo una belleza distinta en cada una de ellas. Bancos para ver pasar la vida, para leer, para quererse, a la sombra de los árboles. Espacios para que jueguen los niños. Verde, sí, el color de la esperanza, en la calle Torneo.

Como se ha hecho allí debe hacerse todo siempre que los espacios lo permitan. Y estos lo permiten casi siempre. La prueba es la calle Amor de Dios, representativa de ese misterio sevillano de las calles céntricas, no demasiado maltratadas por los desmanes arquitectónicos para lo que en Sevilla es habitual, con algunos edificios interesantes y una volumetría soportable, pero que por alguna razón, además de su antipática orientación, son tristes, ásperas, ingratas. En una palabra: feas con una fealdad que tiene más que ver, como sucede con algunas caras, más con su expresión que con sus rasgos. Lo mismo sucede con su aún más desafortunada paralela Trajano. Hasta Aníbal González se estrelló allí. Sin embargo, los árboles le han dado a Amor de Dios la amabilidad que nunca tuvo.

Cunda el ejemplo de Torneo. Eso sí, este logro es también un desafío y una acusación. El desafío es su correcto mantenimiento, el cuidado que toda zona verde requiere. Los árboles y los jardines hablan entre ellos y a los oídos de los de Torneo deben haber llegado los fantasmales suspiros de tantos tocones de árboles talados, las quejas de tantos árboles descuidados, las denuncias de tanto césped y arbusto reseco. La acusación es simple: si tan claro se ve aquí cómo se hermosea, se hace más habitable y amable una ciudad, ¿por qué no se hace en otros lugares? Hay tantas calles y avenidas que son desiertos de asfalto y cemento, tantas plazas tan duras como las caras de los arquitectos que las diseñaron, que lo hecho en Torneo debería ser, no una excepción, sino el minuto uno de un cambio verde para la ciudad.

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