HABLANDO EN EL DESIERTO

Francisco Bejarano

Apoyo para lo peor

ESTÁ muy bien, incluso se puede reconocer algún rasgo de nobleza, el que mis paisanos se manifiesten para intentar "parar el genocidio" de Gaza. Parar una guerra intermitente que va para largo es una pretensión espiritual que no se resolverá del todo hasta el día del Juicio Final, y llamar genocidio al ataque a la franja es una de esas devaluaciones de las palabras que empobrecen el pensamiento. Las palabras se deben usar en su justo sentido para ayudar a los demás a comprender y a hacer juicios propios, y llamar genocidio a la cuestión de Gaza es partir de un error que no puede generar sino otros errores. No creo que la izquierda europea y española pretenda que un país sea atacado desde más allá de sus fronteras y permanezca impasible siempre, sin defender a sus ciudadanos y a la propia existencia del Estado. Qué los palestinos sean de izquierda y los israelíes de derecha entra ya en el puro disparate de la terquedad de los ignorantes.

Si de lo que se trata, como parece, es de expresar un sentimiento humanitario hacia las víctimas palestinas y un rechazo de la guerra y de la violencia en general, todos los sábados se debía celebrar una manifestación, e ir preparando la lista de las reclamaciones y las protestas. Cada vez que se ahorca a un homosexual o se lapida a unos adúlteros en Irán o en cualquier otro país con ley coránica en vigor. Cada vez que se quema una iglesia en Pakistán y se ametralla a los feligreses, o se entierran vivas a las mujeres por "crímenes de honor". Por la limpieza religiosa del sur de Sudán contra los cristianos para hacer una república islámica unitaria, una política usada en la Edad Media europea, hoy, por fortuna, superada. Cuando se le haga la vida imposible a los caldeos cristianos de Iraq. Cada vez que recibamos mensajes de amenazas de atentados de las organizaciones islamistas o se reclame Al-Ándalus como territorio de conquista. Por cada atentado en el mundo. Por la cruel guerra del Congo. Por las chulerías de Eta. Por los intentos de fragmentación de España por parte de los nacionalismos delirantes.

Este sería sólo el principio de la lista por las que la izquierda debía organizar manifestaciones semanales, y creo que me quedo corto porque serían más de 52 razones sentimentales y humanitarias para salir a la calle. Por descontado, cada vez que Hamas o Hezbolá o cualquier otra cofradía de malhechores lance sobre las aldeas fronterizas de Israel, desde Líbano o Gaza, sus cohetes. Y cada vez que el presidente iraní niega el derecho a existir de Israel y prepara bombas nucleares para su exterminio. En fin, que hay trabajo para la izquierda redentora: contra los piratas somalíes, contra los secuestros y asesinatos de las guerrillas, contra todas las dictaduras del planeta o contra leyes injustas como la de Memoria Histórica. No vayamos a querer, manipulando las palabras, hacer distingos entre asesinos buenos y malos.

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