Desde mi córner

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

Una Arcadia feliz llamada Sevilla F.C.

Dentro de su programa de actos destaca cómo lleva a buen puerto los lavados de imagen

Dorsales de Leyenda, Banquillos de Oro, premios periodísticos bajo las figuras del recordado José Antonio Blázquez y del entrañable Manuel Ruesga Bono, con la gala destinada a los Fieles de Nervión, el Sevilla cierra el círculo de actos con los que recuerda el pasado, abrillanta el presente y cimenta el futuro. Y el miércoles, víspera de una fiesta tan llena de sevillanía como la del Corpus, el club agasajó a los socios más antiguos.

Y tuvo la gobernanza que dirige Pepe Castro la feliz idea de involucrar en la fiesta a un recién llegado. Fue un capítulo más en el lavado de imagen que se está realizando de un hombre que no fue acogido, precisamente, con alborozo por la afición sevillista. Se trata del nuevo entrenador, al que declararon estar empapando de sevillismo y debe ser verdad, pues llovieron los elogios de Lopetegui al club que le sacó del barro en que se metió, o metieron, una triste noche en Krasnodar.

Aquello fue vilipendiado en toda España y muy especialmente entre una afición que jamás ve con buenos ojos cuanto sale de la Casa Blanca de Florentino Pérez. Pero Lopetegui es ahora el entrenador del Sevilla y nadie osa rechistar porque llegó con el aval del gran Monchi. Que la que se hubiera formado si el vasco arriba de la mano de Óscar Arias o similar habría sido un lío gordo. Pero, por si acaso, ahí está el club para hacer el quite y a fe que está lográndolo con destreza.

Ya Lopetegui fue hasta aclamado en la fresca noche del miércoles y ahora sólo resta que la bolita entre para que se haga un sitio de privilegio en el banquillo que tuvo inquilinos como Ramón Encinas, Helenio Herrera, Luis Miró o ese Manolo Cardo que sigue siendo el paradigma de cuantos fueron o son sus vecinos de asiento. Dicho lo cual hay que insistir en qué bien hace el Sevilla sus cosas para que casi siempre parezca una Arcadia feliz. Y no como otros, que hagan lo que hagan...

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