EN las últimas semanas han aparecido varios artículos en distintos periódicos andaluces en los que se comentaba la actual situación política y las perspectivas de futuro en nuestra comunidad. En algunos de estos análisis, he visto una especie de factor común al referirse a la figura del líder de la oposición andaluza, el presidente del PP, Javier Arenas. Ninguno pone en duda que, de cara a las próximas elecciones autonómicas, según se desprende de los sondeos de opinión ya publicados, más lo que se conoce de los que actualmente se realizan, hay una tendencia al alza del Partido Popular, un previsible descenso del PSOE y un estancamiento de IU, mientras que el PA ya no cuenta.

Además de estas fundadas previsiones, lo que tienen en común esos artículos, aunque difieren en el tono, es en presentar a Javier Arenas como una rémora electoral para el PP o como la garantía de una nueva victoria para el PSOE. Hablando claro, vienen a decir que mientras sea el candidato del PP, los socialistas seguirán ganando en Andalucía. Se basan en un hecho cierto y es que las tres veces que Arenas ha sido candidato a la Presidencia de la Junta, ha ganado el PSOE. La historia no se puede desmentir. Pero ésa no es toda la historia. Porque resulta que, con Arenas y sin Arenas, el PSOE, con más o menos comodidad, ha ganado en Andalucía. Y también es cierto que la vez que más cerca han estado los socialistas de perder fue la primera que Arenas se presentó como candidato, en 1994. Por supuesto que también contribuyeron a ese resultado una IU en sus mejores momentos y un PA potente. Pero en 1996, con IU en caída libre, el PP, otra vez con Arenas de candidato, mantuvo sus resultados.

Viene esto a cuento porque yo defiendo la teoría -y reconozco, una vez más, que en este tema soy subjetivo- que el candidato más peligroso que el PSOE andaluz puede tener enfrente es Javier Arenas. Y no voy a hacer un desglose de sus virtudes, ni de sus defectos. Pero hay un hecho cierto, y es que el PP, después de todas sus derrotas electorales, sigue vivo y con ambición de victoria. Eso no es fácil, porque fíjense ustedes en lo que le ha pasado al PSOE en Valencia, Castilla y León o Madrid. Y ese mantenerse vivo y con ganas de gobierno de los populares en Andalucía se debe, en grandísima parte, a que Javier Arenas, desde dentro, o desde fuera, nunca ha dejado las riendas del partido.

Esto se puede calificar como se quiera, pero es así. La cohesión interna, que no la tiene el PP en ninguna otra parte de España, y la lucha constante por el triunfo, hubiesen sido imposibles, e incomprensibles, sin la figura de Javier Arenas. Porque, digan lo que digan, Arenas no se rinde.

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