MARIANO Rajoy no es un presidente que se deje la piel en un empeño con escasas posibilidades de salir adelante, y eso fue lo que vimos ayer en el Congreso de los Diputados. Tanto fue así que sus aliados de Ciudadanos salieron descontentos de esta primera sesión, pues Rajoy se avino al relato que viene repitiendo desde las elecciones del 20 de diciembre: que España se está recuperando a un ritmo por encima de la media de la Unión Europea, que es posible alcanzar los 20 millones de empleos y que sus reformas han sido necesarias. Un minuto y medio dedicó, por ejemplo, al amplio paquete de medidas de regeneración que ha acordado con Ciudadanos. Nada más. Sin embargo, Rajoy aportó tres razones contundentes para apoyar su investidura: España necesita de modo urgente un Gobierno, el PP es el partido que ha ganado las elecciones en dos ocasiones y el único que ganó apoyos en la última, y no hay alternativas. No las hay. Aunque al líder socialista Pedro Sánchez le guste enredar con ello, el PSOE no puede formar un Gobierno con Podemos y con los independentistas catalanes. No sólo sería un suicidio para el PSOE, sino para el propio país, puesto que Podemos defiende el derecho a la autodeterminación de amplias zonas de España. Por eso, el candidato del PP tiene razón: o es él, porque los populares no van a claudicar con otro candidato, o son unas terceras elecciones que, además de desaconsejables, no garantizan la solución. Si el bajo tono fue una de las características del discurso de Rajoy, también lo fue el extremo cuidado con el que trató al PSOE y a Pedro Sánchez. No cometió el error de llamarles irresponsables antes de tiempo y dejó siempre la puerta abierta al acuerdo necesario. Sí se echó en falta, sin embargo, una petición expresa de apoyo a la investidura a los socialistas. Porque en eso también tiene razón Rajoy: España necesita un Ejecutivo estable que dure, al menos, de dos a tres años. No se trata de un apaño, sino de un Ejecutivo concebido como un instrumento, no un fin. Sin embargo y a pesar de estos argumentos, la dirección del PSOE no se mueve de su negativa. Ya un dirigente territorial, el presidente extremeño, Guillermo Fernández Vara, solicitó ayer un cambio de postura de los socialistas cuando el viernes se confirme que esta investidura sale fallida. Se echan de menos otras voces que defiendan dentro del PSOE una postura a favor de la gobernabilidad del país. Mientras esto no sea así, la única alternativa a Rajoy será, en efecto, la repetición de las elecciones.

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