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Fragmentos

Juan Ruesga Navarro

Arquitectos

LA de arquitecto es una de las profesiones que más se ha desdibujado ante la sociedad en los últimos años. Por una parte, el estar vinculados a la crisis inmobiliaria, nos ha llevado a ser vistos como parte del problema. Los vendedores de pisos han hecho creer que nuestros honorarios profesionales encarecían el precio final de la vivienda y no el precio del suelo, como era la auténtica razón. Los cambios de las titulaciones y el ajuste a los criterios europeos de las enseñanzas universitarias sin mermar calidad en los contenidos y la preparación lo han complicado. Las excesivas normas y controles: locales, autonómicos, estatales y europeos. Y otras razones más que es un poco aburrido seguir relatando aquí. Lo cierto es que la falta de trabajo, el subempleo y la emigración son el pan de cada día de los arquitectos españoles y que el ejercicio profesional en España de la Arquitectura no se parece en nada al que conocí hace 45 años cuando terminé los estudios.

A nivel local, en Sevilla, los arquitectos, representados por el colegio profesional, han sido a lo largo de décadas una de las voces más autorizadas, reconocidas y críticas sobre la evolución de la ciudad y las actuaciones en nuestro patrimonio edificado. Este prestigio fue ganado a pulso en años difíciles y cruciales para nuestra ciudad y para España, en las décadas de los años setenta y posteriores del siglo pasado. Y esto últimamente está muy desdibujado. El Colegio de Arquitectos en la ciudad ha sido más veces últimamente noticia por problemas internos de personal y otros que nada tienen que ver con sus fines, y que no ayudan a recuperar el papel social de nuestra profesión y del mismo Colegio de Arquitectos como institución gremial.

Otra vez se plantea, desde instancias estatales, que la pertenencia al Colegio de Arquitectos para poder ejercer debe ser voluntaria y no obligatoria. Mi posición es clara, aunque estoy abierto al debate. La colegiación para ejercer debe ser obligatoria, pero hay que cambiar los colegios de Arquitectos. Un colegio por provincia, un Consejo de Colegios por autonomía y un Consejo superior para España me parece un exceso. La tecnología permite ya que haya un único Colegio de Arquitectos de España que nos agrupe a todos y todos juntos nos hagamos más relevantes, eficaces y comprometidos con la sociedad, con la profesión y con la Arquitectura, que es nuestra razón última de existir. Menos burocracia, menos estructura, más agilidad, más servicio al ciudadano y a los profesionales. Ya no hay una única manera de ser arquitecto como cuando se crearon los colegios. Nuestra formación nos permite múltiples alternativas. Trabajo on line, de diseño y muchos otros. Con ejercicio regulado y sin él. Siempre hemos salido adelante como organización con nuestra tradicional democracia interna, que ha sido nuestra mejor respuesta a los problemas de la profesión. Pertenecer al Colegio de Arquitectos debe ser prestigio y garantía para el profesional y no una carga.

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