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Fragmentos

Juan Ruesga / Navarro

Arquitectura en Sevilla

Este año 2010, se cumplen los 50 años de la existencia de una Escuela de Arquitectura en Sevilla. Y creo que en conjunto ha sido un tiempo positivo para la Escuela y para Sevilla. Su primera sede fue el Pabellón del Brasil de la Exposición Iberoamericana de 1929. Recuerdo los años en que estudiábamos Matemáticas y Física en la Facultad de Ciencias y las asignaturas de Dibujo en la Escuela de Arquitectura. Entrar a primera hora en la antigua Fábrica de Tabacos y a media mañana atravesar el Parque de María Luisa hasta la Plaza de América, para acudir a las clases de Dibujo, era toda una lección de Ciencia, Arquitectura y Sevilla en una sola jornada.

De aquellos años me quedó para siempre clara la conciencia de que Arquitectura era una de las Bellas Artes y que Matemática y Pintura formaban parte por igual de nuestra formación, con la fortuna de haber oído a Antonio Castro definir con claridad meridiana los conceptos del Álgebra Superior y haber aprendido a dibujar con un artista y maestro excepcional como Miguel Pérez Aguilera.

Muchos de los compañeros y profesores de entonces han recibido con el tiempo el reconocimiento a su trabajo. Internacionales como el reciente Premio Dreihaus a Rafael Manzano. Otros nacionales como a Fernando Mendoza. Autonómicos como a Antonio Ortiz y Antonio Cruz, a Guillermo Vázquez Consuegra, a Víctor Pérez Escolano y a mí mismo. Otros han mostrado su gran capacidad plástica como Jose Ramón Sierra, Gerardo Delgado, su sensibilidad como Roberto Luna. Desde entonces, los arquitectos que han estudiado en la Escuela de Sevilla son noticia habitualmente como ganadores de concursos nacionales e internacionales. Creo que nunca hemos tenido un grupo de arquitectos más numeroso y brillante trabajando en Sevilla.

La profesión de arquitecto, tal como la hemos conocido, atraviesa un momento difícil. Las autoridades intentan desregular nuestro ejercicio profesional en nombre de la libre competencia, con intentos de redefinición a la baja de nuestras tareas y conocimientos, tanto en las titulaciones como en la ordenación legal. Hoy en día y cada vez más, lo legal y lo técnico dictan los normas, pero no los modos en que se produce la Arquitectura que solo es responsabilidad de los arquitectos. Y lo que es más grave, se ha ido diluyendo el apoyo social a nuestro trabajo, tal como se percibe en muchos de los debates abiertos en nuestras ciudades. La Arquitectura o es un trabajo creativo, innovador, inédito o no aporta nada a la sociedad que no pueda ser resuelto por otros técnicos y profesionales.

Le Corbusier, uno de los genios del siglo XX dijo: "La Arquitectura está más allá de los hechos utilitarios. (...) Su significado y su tarea no es solo reflejar la construcción y absorber una función. (…) La arquitectura es arte en su sentido más elevado, es orden matemático, es teoría pura, armonía completa gracias a la exacta proporción de todas las relaciones: esta es la "función" de la arquitectura". Así lo creo y quizás sea el único futuro de la Arquitectura: o es arte o no es nada.

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