Desde mi córner

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

Arranque agridulce por un desigual reparto de goles

El Sevilla se reencontró en su torneo talismán y el Betis se topó con su talón de Aquiles, el gol

Jornada agridulce para el fútbol según Sevilla en el arranque de la competición talismán del Sevilla y en la reaparición del Betis en el concierto continental. Y jornada agridulce a causa de la fiesta sevillista, con borrachera de goles, y del empate con sabor a derrota del Betis en El Pireo. Cara rotunda y una pizca de cruz por el recital blanco en sesión vespertina mientras que el Betis volvió a dar esa imagen de virtuoso que no da con la verdad.

Y es que la verdad del fútbol es el gol y mientras cayó en abundancia por Nervión, luego volvió el equipo de Setién a dominar artificiosamente en versión archirrepetida en lo que va de curso, que un solo gol en cinco partidos es para hacérselo mirar. Pero vayamos por partes y recordemos cómo el Sevilla reencontró en su competición favorita el bálsamo que le cauteriza todas sus heridas, que eran muchas y variopintas hasta que el Mudo enganchó el gol que desnivelaba aquello.

Había empezado la tarde de regular hacia abajo para el Sevilla, que no encontraba el fútbol suficiente como para poder con un Standard que vivió tiempos mejores. Tras la obra de arte de Vázquez, la reivindicación de Ben Yedder como mejor goleador del plantel y un 5-1 que demuestra quién es el Sevilla en la Liga Europa. Luego, disertación del Betis en esa asignatura de apoderarse del balón para que el rival persiga fantasmas, pero con poca verticalidad y cero en gol.

Ni siquiera en superioridad numérica supo el Betis ir a una circulación más veloz con aperturas que dificultasen la defensa de los helenos, que defendían con todo el equipo. Hubo ocasiones, claro que sí, pero lo más curioso es que las más claras llevaron sello heleno. Al final, un empate que se firmaba de antemano y que dolió con la confirmación de que el gol es hoy un problema para el equipo de Quique Setién. Lo dicho, arranque agridulce por un desigual reparto de goles.

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