Visto y oído

Francisco / Andrés / Gallardo

Arrayanes

MÁS de un espectador se tomará a broma el final de Arrayán, pero lo más triste de este fin será el despido de los casi 80 trabajadores que se han fajado en Linze por este serial que llevaba en antena desde 2001 más el añadido de tres años como Plaza Alta. Con cierta perspectiva se encuentran los valores de esta soap opera a la andaluza que navega por su curso final como epílogo de otros tiempos de la RTVA, cuando a los presupuestos se les ataba con longaniza. Otros tiempos que hubieran sido más aprovechables. Una época para haber arriesgado por la producción de ficción de calidad, por series de prestigio que hubieran venido a abrillantar el nombre de Canal Sur. Además de Arrayán la cadena autonómica debió en su momento haber asumido más esfuerzos, por ejemplo, en dramas y telecomedias que a buen seguro hubieran tenido calado entre la audiencia.

Faltaba riesgo, faltaba ambición o sobraban seguridades y complacencias, para haber asumido otros arrayanes. No parecía entrar en los planes de Canal Sur y a su vez en el transparente tejido de las productoras andaluzas no germinaron proyectos. Por Canal Sur 2 pasaron algunos intentos de comedia moderna a la andaluza, pero no pasaban de modestos empeños.

Arrayán echa el cerrojo con un premio Ondas, con la distinción de la Academia de Televisión y con más de 2.400 noches entre las que se encuentran algunas de las de más audiencia de La Nuestra. La productora Linze cierra el garito y se clausura la garita que defendía la ficción Made in Sur. Sin el serial se seca del todo el pozo chato de las historias para la TV nacidas en Andalucía. Entre el futuro incierto de Canal Sur y el negro destino de las productoras, técnicos, actores, guionistas tienen poco que contar entre nosotros. Nosotros, que nos ufanamos de boquilla en presumir de talento.

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