La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

Arrimadas tiene demasiados miedos

La jefa de Ciudadanos pinta poco en Andalucía, donde se rodeó de excesiva parafernalia para tener sólo diez diputados

Arrimadas tiene demasiados miedos

Arrimadas tiene demasiados miedos

Así lo percibí. Para qué vamos a andarnos con medias tintas a las que somos tan poco aficionados. Luego nos pasa lo que nos pasa, es que no aprendemos, somos incorregibles, no hacemos carrera, lo nuestro es imposible... La jefa de Ciudadanos pinta poco en el Sur de España. Y además no hace por pintar más. Necesita ayuda, asistencia, muletas. Es lo que ocurre en parte cuando tus diputados en Madrid caben en un microbús, el anterior te ha dejado el partido hecho un solar y tus correligionarios (Marín y su gente) tienen encima lo que más se cotiza en política: poder territorial. Para que nos entendamos en términos sencillos sin incurrir en el lenguaje de los sesudos analistas políticos: el de los cuellos grandes de las camisas manda más que Arrimadas. Mucho más.

-Siga usted diciendo esas cosas que después le meten en la lista negra y cuesta un mundo sacarle...

-Eso se lo cuento otro día.

Susana Díaz, por ejemplo, prefiere ser jefa de la oposición en Andalucía -con opciones de volver al poder como Fernández Vara en Extremadura- antes que ministra por un ratito. La de Triana no tiene un pelo de ilusa. Arrimadas vino ayer a Andalucía con más miedo que siete viejas cruzando una Avenida de seis carriles sin paso de cebra. Se notó en el ambiente y en demasiados detalles de prudencia. Debe ser difícil buscar un hueco en el mercado tras el liderazgo -primero brillante y después fatuo- de un tipo como Albert Rivera. A Arrimadas se le notan demasiados miramientos, tacticismos y medidas cautelares como para tener tan poco poder. No se debería rodear de tanta parafernalia. Mucho rollo y poca manteca al bollo. Por momentos parecía que había venido Kamala Harris en vez de la portavoz de un grupo formado por ella y nueve más. Con diez diputados hay que acercarse más al pitón del toro. Con diez diputados hay que exponerse más, ser más natural, darse menos importancia y aparecer más próxima y cercana. El dilecto Álvaro Pimentel, portavoz naranja en el Ayuntamiento, se puso de Jueves Santo para recibirla. Por fortuna no era una jornada de Semana Santa. Porque la jefa no tenía pinta de aguantar una bulla, ni una previsible pregunta incómoda. Tendría que haber cogido el AVE el simpático de Edmundo Bal antes que su jefa. El portavoz con cara de gondolero veneciano tiene mucha más vivacidad que quien tuvo el enorme mérito de ganar unas elecciones en Cataluña y cometer después el error garrafal de dejar plantados a sus votantes. Me quedé con la impresión de que doña Inés no se ha enterado de que en la casa ya no entra el sueldo de Albert, el frigorífico está escaso de víveres y en la despensa apenas quedan dos latas de caballa.

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