Calle Rioja

Francisco Correal

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Artes Gráficas entre Maradona y Rosalía

Recuerdo. Una semblanza en el décimo aniversario de la muerte de Juan Tapia, un clásico entre los impresores

Equipo de Rataplán (Diario 16 Andalucía). Tapia es el tercero por la derecha de pie, entre Gutiérrez y Juan Luis de las Peñas.

Equipo de Rataplán (Diario 16 Andalucía). Tapia es el tercero por la derecha de pie, entre Gutiérrez y Juan Luis de las Peñas.

Estos días han sido pródigos en conmemoraciones. El 22 de septiembre se cumplieron 30 años del fichaje de Maradona por el Sevilla. Tres días después nacía la cantante Rosalía, dos semanas antes de que se clausurase la Expo del 92. Entre el ídolo caído, tetramundialista, santo laico de Nápoles, y la cantante emergente que pasó por la Bienal de Flamenco, un aniversario más íntimo, más de autor. El viernes 23 se cumplieron 10 años de la muerte de Juan Tapia. Nos conocimos en un periódico (Diario 16 Andalucía), pero este Juan Tapia nunca dirigió La Vanguardia, homónimo que todavía sigue vivito y coleando.Juan Tapia era un virtuoso de las artes gráficas.

Lo demostró en los talleres de ese periódico, en el Polígono Calonge, y más tarde cuando con su socio y amigo Antonio Sánchez Vara abrió el taller de artes gráficas Cajón de Letras, sito en la calle Emilio Prados. El más impresor de los poetas del 27, que con su paisano malagueño Manuel Altolaguirre abrió la revista Litoral que un siglo después sigue activa.Por el impresor Juan Tapia llegué al autor sevillano que más libros vende, que más presente está en los expositores de aeropuertos y estaciones de ferrocarril.

Tenía estudios de Biología y antes del periódico trabajó en la Cruzcampo. Fue bastantes años presidente del comité de empresa, sindicalista con el oficio de Pablo Iglesias el de Ferrol, el fundador del PSOE. Tenía una excelente reputación como impresor y por eso, cuando nuestros caminos profesionales se habían bifurcado, le llamé para hacerle una entrevista en mi serie de Los Invisibles. Nunca le gustó la notoriedad ni el protagonismo, aunque no pasaba desapercibido cuando se ponía bajo los palos como portero de Rataplán, nombre del equipo de fútbol de Diario 16. En un torneo de medios disputado en Kendall, algún periódico publicó una foto de Tapia, más bien bajito, porte de Potele y Felines, intentando regatear al gigante Rinat Dassaev, el guardameta ruso que ya había colgado las botas.

No tenía ningún interés en aparecer en esos papeles en cuya cocina tantos años había trabajado; delegó en un buen amigo y colega suyo. Una cita a ciegas que me llevó a la imprenta que José Manuel Muñoz Pérez tenía en el Muro de los Navarros. Apellidos de tuercebotas, pero impresor de categoría, me recibió con los brazos abiertos. Trabajaba con su hermano Luis y con sus chicas: la McKintosh, la Hispania, la Minerva, la Heidelberg.

El otro día me lo encontré en el Jueves. Este amigo de Tapia amaba tanto su oficio que no entendía que la gente le diera la espalda a los libros, me decía que el Gobierno tenía que aprobar una ley que obligara a leer al menos un libro al año. A su hijo le puso Julio por Julio Verne y acertó de pleno: Julio Muñoz Gijón es Rancio Sevillano, autor de la trilogía de El asesino de la regañá, El crimen del palodú y'El prisionero de Sevilla Este; ahora hace radio, sigue con sus libros y ha salido un helado solidario con sabor a palodú en la heladería Bolas, en Orfila esquina con José Gestoso, junto a los Panaderos y el Ateneo.Cuando presenté a Julio Muñoz Gijón en el pregón heterodoxo del Teatro Quintero, con la música cómplice de Manolito Imán, conté la conexión Tapia que me llevó primero a su padre. Un tipo singular que lee a Lovecraft, a quien en la imprenta le encargaban talonarios, invitaciones de boda, de divorcio y hasta una remesa de quince mil abanicos.

Tapia nos invitó a su boda en Valdezorras con Magdalena, novia proustiana. Cambió la bicicleta por una furgoneta donde llevaba al perro que era la mascota en aquellos partidos que jugábamos en San Benito, donde Cruz y Ortiz levantarían después la estación de Santa Justa donde siempre hay libros de Julio Muñoz Gijón, nacido el mismo año que Joaquín, un año antes de que empezara la aventura de Diario 16 Andalucía y conociera a Juan Tapia, el de la Retaguardia.Ha aparecido esta fotografía de un partido de fútbol jugado en Alcalá de Guadaíra con un rebaño de cabras detrás.

El miedo escénico. Tenía mérito ser el portero siendo el más bajito del equipo, escoltado por esas dos torres llamadas Juan Luis de las Peñas y José María Gutiérrez, el Guti, jefe de Deportes de Canal Sur radio el año que el Betis ganó la Copa del Rey de 2005. En la habitación donde murió, cuando fui a verlo unos días antes con Manolo Barrios, artista de la fotocomposición y del taxímetro, tenía dos libros, uno de Gerald Durrell y otro de Michel Houellebecq. Se murió dos días antes de que Rosalía cumpliera veinte años. Ese año habíamos ganado la tercera Eurocopa y la reina Isabel II de Inglaterra, toda jirocha, inauguraba los Juegos Olímpicos de Londres después de que su copia bajara con una copia de James Bond en un helicóptero al centro del estadio.

Tapia se convirtió en un divulgador de las noches de terror de San Nicolás del Puerto, el pueblo de su madre, que creció en la zona minera de Cerro del Hierro. Su padre venía de Arahal, donde por los años que nos conocimos yo pronuncié el pregón del Verdeo, aceitunas de septiembre, como sobresaliente de Rafael Alberti. Otro poeta de la Generación del 27 de Emilio Prados, en cuya calle Tapia y Antonio me hicieron mis últimas tarjetas de presentación. De la foto fallecieron Tapia y Carlos (en el centro de los agachados), argentino, un estilete en el área, cuñado de Baby Acosta.

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