El medio centro

Carlos Izquierdo

El Atleti es así

Los rojiblancos no han cambiado mucho tras su mal inicio de campaña, pero han tenido fortuna en Europa y un calendario amable en la Copa

CUALQUIER aficionado del Atlético de Madrid al que se le hubiera dicho hace seis meses que su equipo iba a estar a estas alturas en dos finales y en franca posición de ganar dos títulos se hubiera muerto de risa. Nada comparable, eso sí, a lo que le hubiera pasado a cualquier aficionado al fútbol que no tife por los colores rojiblancos. Y es que el Atlético de Madrid es así, un club con un equipo incomprensible que se rige por unos arcanos desconocidos para el resto de los mortales, inescrutables para cualquier analista.

No hay que hacer mucha memoria para recordar cómo se arrastró el Atlético de Madrid por la Liga de Campeones, incapaz siquiera de ganar un partido de la fase previa dentro de un grupo más que asequible. Por aquel entonces, en el banquillo residía Abel Resino y el Vicente Calderón explotaba de ira al verse incapaz de marcar un gol al Apoel Nicosia. Tan dramática era la situación que su pase a la Europa League se lo ganó, con el goal average en contra, sólo por haber empatado con goles en Chipre.

Eran esos meses también los del coqueteo con el descenso, los del despido del técnico, los de la llegada de Quique y los de los insultos de la afición a todo aquel que se moviera por el césped, de Reyes a Perea, de Forlán a Raúl García. Y así ha andado el Atlético a lo largo de la temporada. No es que haya cambiado mucho. La diferencia estriba en que se encontró un calendario amable en la Copa -y unas cuantas ayudas arbitrales- y un guiño amable de la fortuna en la Europa League: nada menos que cuatro eliminatorias superadas con sólo dos partidos ganados de ocho, ahí es nada. Pero ése es el Atlético, el imprevisible rival del Sevilla en la final de Copa, el mismo que ayer visitó el Ramón Sánchez-Pizjuán con la obligación de perder para ayudar a los de Álvarez a meterse en Champions. El equipo que, como no se fiaba ni de sí mismo, se puso a hacer penaltis no fuera a ser que, como Tiago, alguien siguiera sin enterarse de lo que había que hacer. El Atleti, ni más ni menos.

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