Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

La Avenida en Sidi-Ifni

Los árboles y las sombras tienen que ser elementos esenciales de la calidad de vida de Sevilla

Un estudio reciente, de los muchos que se publican últimamente sobre estas cosas, dice que, si no se respetan las políticas medioambientales, el cambio climático hará que dentro de unos 30 años Madrid tenga el mismo régimen de lluvias y temperaturas que tiene ahora Marrakech, a las puertas del desierto del Sahara. Haciendo la traslación correspondiente y dando un margen más o menos generoso por si el estudio estuviera exagerado o de verdad -imaginar es gratis- se empiezan a hacer cosas para reconciliarnos con el planeta y dejar de agredirlo impunemente, a Sevilla le correspondería tener el clima que ahora mismo tienen en Agadir o Sidi-Ifni. De esta última localidad marroquí aún quedarán sevillanos que guarden memoria si en los últimos años cincuenta del siglo pasado hacían la mili como reclutas en el Regimiento Soria 9 -el mismo de la histórica banda de música de la Semana Santa- y fueron enviados allí a dar la última batalla de la última guerra colonial española. Seguro que los que queden, ya octogenarios, recordarán lo que allí se vivió y el calor que allí se pasó.

Y a ello es a lo que vamos: al calor. Este año no le hemos visto las orejas al verano hasta este mismo viernes. De hecho, hemos disfrutado de una primera mitad de julio como no se recordaba, de días plácidos y noches frescas. Ciudades que evocan el frío, como Ávila o Soria, marcaban jornada tras jornada máximas y mínimas bastante más altas que Sevilla. Pero lo que tiene que llegar llega: el calor y la anual protesta desde esta columna por el poco respeto que se tiene en esta meridional ciudad por la sombra y por los principales encargados de proporcionarla que son los árboles.

Imaginen la Avenida de la Constitución o el Paseo Marqués del Contadero rodeados de arenales del desierto. Y para imaginarlo pueden darse una vuelta por allí hoy mismo a mediodía con el termómetro rozando los cuarenta grados a la sombra que no encontrarán. Además de soledad -no habrá ni turistas en camiseta de tirantas- sentirá la sensación que un sevillano de 2050 tendrá la mayor parte del año si no se empiezan a hacer ya cosas para evitarlo.

Como las competencias de un Ayuntamiento para revertir una tendencia global como la del aumento de temperaturas es escasa, por no decir nula, sí hay que pedirle que prepare la ciudad para lo que inevitablemente tiene que llegar. Y eso en Sevilla se llama tratar la sombra como un elemento estratégico del paisaje urbano y hacer que los árboles sean uno de los componentes esenciales de la calidad de vida de la ciudad. Todo para que no traslademos la Avenida a Sidi-Ifni.

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