EL Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas ha puesto a disposición de los ayuntamientos españoles un instrumento para que puedan pagar sus deudas con los proveedores y, para ello, muchos municipios han elaborado y aprobado planes de ajuste en estos días. En algunas provincias andaluzas, sin embargo, se han producido casos en los que ayuntamientos de la importancia de los de Chiclana, en Cádiz, o Coria, en Sevilla, los planes de ajuste que permitirían ese pago a proveedores han sido rechazados por la oposición municipal y no han podido salir adelante. Sólo desde la cortedad de miras, la mísera concepción del ejercicio de la política, la irresponsabilidad y la ausencia de compromiso con una población se puede llegar a extremos como éstos, que condenan a toda una localidad a quedarse atrás y rechazar una oportunidad histórica para volver a la senda del equilibrio presupuestario. Lo que ha pasado en Chiclana o en Coria es un ejemplo de hasta qué punto para algunos políticos todo vale, incluso enterrar el futuro de sus ciudadanos, con tal de erosionar al adversario político y sacar una renta que sólo favorece a los intereses propios. Este atentado contra el sentido común es absolutamente inadmisible y debe ser conocido y condenado públicamente para que se adopten las medidas oportunas que permitan reconducir la situación creada y que los ayuntamientos puedan acogerse a las medidas del Gobierno para salir de la asfixia económica y regularizar sus cuentas. Los ayuntamientos afectados por esta situación y el Gobierno central han de llegar a un acuerdo para que se imponga la cordura y que los municipios no se vean privados de un plan de cuya existencia dependen muchos cientos de familias y empresas. En Chiclana, es un escándalo que quienes han contribuido durante sus años de gobierno a dejar a esa localidad en la situación económica en que se encuentra y quienes han hecho valer el incumplimiento de las normas urbanísticas para acceder a un ayuntamiento sean quienes ahora nieguen a sus conciudadanos el derecho a enderezar el rumbo y mejorar sus condiciones de vida. En este caso concreto, y en otros que han salpicado la geografía andaluza, es imprescindible que se imponga la cordura y que los alcaldes busquen vías de consenso que pongan las cosas en su sitio.

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