NADA como una charla de cofradías pausada y bien rematada, de las que surgen a media mañana de cualquier día laborable de cuaresma. Te encuentras con el viejo cofrade del Silencio, de ilustre y respetado apellido, y te suelta una confesión de su intimidad familiar: "Estos años de Semana Santa tan tempranera estábamos en casa con mis padres y hermanos especulando con el azahar. ¿Habrá o no azahar para la Virgen? ¿Habrá o no llovido lo suficiente? Todo los días la misma charla y las mismas inquietudes. Y, al final, todos los años llevaba y lleva la Virgen de la Concepción sus ramos de azahar". Milagros de la Semana Santa. Conversaciones que valen su peso en oro. Cuaresma pura.

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