Pero ¿sí o no?

El problema de Sánchez es que, si hizo trampas, se condena a sí mismo con sus propias palabras

El periodista inglés Matthew Bennett se escandaliza de ver cómo se pasa el escándalo de la tesis de Pedro Sánchez. Qué efervescencia tan loca, tan repentina… ¡y tan breve! "Usted ha plagiado en su tesis". "¿Yo? No". "Ah, bueno, claro, pues si lo dice usted y su gabinete le cree, no será, perdón".

Bennett, por su parte, no sólo se ha escandalizado, sino que ha contribuido a aclarar la oscura cuestión aportando pruebas irrefutables de que Sánchez fusiló minuciosamente un discurso de Miguel Sebastián, que, como no estaba publicado, no podía detectarse por los programas antiplagio. Pero estaba en Youtube.

El problema es que la opinión pública española está partida entre los partidarios, partisanos, partidistas y oportunistas de un lado y los del otro. Yo creo que en este caso no sería tan difícil tratar de establecer un criterio objetivo para saber si Pedro Sánchez plagió, fusiló, autoplagió y/o subcontrató o no.

Mi interés personal e intelectual es mínimo, porque creo que hay cosas moral y políticamente aún peores que hacer una tesis corriendo y a medias para adornarse el currículum. El problema es que, si hizo trampas, Pedro Sánchez se condena a sí mismo con sus propias palabras por 1) mentir en sede parlamentaria, 2) acusar hipócritamente a otros de lo que él hizo, 3) adornarse con grandes elogios a Alemania porque allí se dimite si se ha copiado en una tesis, no como en España, dijo, profético, 4) dejar por los suelos el sistema universitario patrio; y 5) usar los medios públicos de La Moncloa para emborronar el asunto con tinta del calamar.

Ni yo tengo los medios para juzgar estos extremos ni tampoco, para qué voy a engañarme, resulto exquisitamente neutral. Lo ideal sería que un organismo independiente, con autoridad y solvencia, calificase la tesis en todos los extremos dudosos. No sé si existe tal institución. A la propia universidad que expidió el sobresaliente cum laude quizá le convendría abrir una investigación interna con resultados públicos. Aunque la manera más expeditiva sería que Pedro Sánchez cumpliese, esta vez, su amenaza de llevar a los periódicos que lo acusaron de plagio a los tribunales sin rectificar ni dar marcha atrás, que ya nos conocemos. Allí, peritos contra peritos, podríamos aclararnos en firme. Teniendo en cuenta los precedentes, las circunstancias y las concomitancias es mucho lo que nos jugamos. No vale plagiar, digo, pasar página.

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