la ciudad y los días

Carlos Colón

¿Dónde estabas..?

QUÉ pesadez con la roja, el "a por ellos", el give me freedom, el waka-waka, el minuto 116, el "¿dónde estabas cuando Iniesta metió el gol?"… Desde que los americanos pusieron de moda preguntarse dónde estaba cada cual el día y la hora en que mataron a Kennedy, no hay acontecimiento histórico o seudo histórico en cuya conmemoración no nos pregunten dónde estábamos aquel día. Bien estuvo lo del Mundial porque hizo más felices a millones de personas, fue excusa para fiestas, pretexto para que ondearan banderas españolas donde habitualmente no son bien vistas y sutura de este país al que seis siglos no parecen bastarle para sentirse una nación.

Pero andamos cortos de memoria, huérfanos de historia, indigentes de símbolos colectivos que no sean los impuestos por la estupidez global, perdidos en lo inmediato y arrojados a un presente sin atributos. Y ello ha dado un carácter exagerado, forzado, artificial, mediático y mercantil a una celebración que parece haber interesado más a los medios que la han explotado -especialmente la cadena que retransmitió el Mundial- que a los ciudadanos. Como además esos acontecimientos se rodean cada vez de peor música y más zafias mercaderías, y lo vulgar y malo envejece tan rápidamente, todo lo que tiene que ver con aquello parece ya casi tan viejo como el desdichado Naranjito.

No es razonable inflar la memoria colectiva o hinchar como Historia lo que no lo es. Podemos preguntarnos dónde estábamos cuando murió Franco o el 23-F, porque son hechos que afectaron a todos los españoles y determinaron su futuro. Pero una victoria en el Mundial, aun siendo importante, no da para tanto. No exageremos. Yo mismo, que no soy aficionado, no tengo ni idea de dónde estaba. En cambio sé perfectamente dónde estaba el viernes 3 de abril de 1953 a las ocho de la mañana, el miércoles 30 de diciembre de 1964 a las 5,45 de la tarde, el sábado 16 de julio de 1966 a las 10 de la noche, el 20 de agosto de 1971 a las cinco de la tarde, el 8 de septiembre de 1980 a las ocho de la noche o el 27 de marzo de 1984 y el 25 de mayo de 1989 por la mañana temprano.

Cosas mías que interesan a pocos. Pero se trata de esas fechas que trenzan la historia de cada vida, eso que Unamuno llamaba intrahistoria: "la vida silenciosa de millones de hombres sin historia sobre la que los periódicos nada dicen, aunque sobre ellas se alcen los islotes de la Historia". No sé si lo del Mundial es historia del deporte o Historia. Sólo sé que forma parte de la intrahistoria de muchos y que eso, más que el inflarlo como estos días se hace, es lo que le da su encanto.

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